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Böhm-Bawerk: economista austriaco que dijo «no» al gran gobierno

Vivimos en una época en la que políticos y burócratas solo conocen una política pública: más y mayor gobierno. Sin embargo, hubo una época en que incluso quienes servían en el gobierno defendían un gobierno más limitado y pequeño. Uno de los mayores de entre ellos murió hace cien años, el 27 de agosto de 1914, el economista austriaco Eugen von Böhm-Bawerk.

Böhm-Bawerk es conocido sobre todo como uno de los principales críticos del marxismo y el socialismo en los años anteriores a la Primera Guerra Mundial. Es igualmente famoso como uno de los desarrolladores de la teoría de la «utilidad marginal» como base para mostrar la lógica y el funcionamiento de sistema competitivo de precios de mercado.

Pero también ocupó tres veces el cargo de ministro de finanzas del antiguo Imperio Austro-Húngaro, tiempo en el cual luchó con denuedo por un menor gasto público e impuestos, presupuestos equilibrados y un sistema monetario sólido basado en el patrón oro.

El peligro del gasto público fuera de control

Incluso cuando Böhm-Bawerk hubo abandonado sus cargos públicos, continuó advirtiendo sobre los peligros de un gasto público y un endeudamiento descontrolados como el camino hacia la ruina de su Austria-Hungría natal y en palabras que suenan tan ciertas hoy como cuando las escribió hace un siglo.

En enero de 1914, solo un poco más de medio año antes del inicio de la Primera Guerra Mundial, Böhm-Bawerk dijo en una serie de artículos en uno de los periódicos más importantes de Viena que el gobierno austriaco estaba siguiendo una política de irresponsabilidad fiscal. Durante los tres años anteriores, el gasto público había aumentado en un 60% y para cada uno de estos años, el déficit público había igualado aproximadamente el 15% del gasto total.

La razón, decía Böhm-Bawerk, era que el parlamento austriaco y el gobierno estaban envueltos en una tela de araña de una política de intereses especiales. Constituido por una gran cantidad de grupos lingüísticos y nacionales distintos, el Imperio Austro-Húngaro se estaba corrompiendo mediante el abuso del proceso democrático, con grupos de interés usando el sistema político para obtener privilegios y favores a costa de otros.

Böhm-Bawerk explicaba:

Hemos visto innumerables variaciones del enojoso juego de tratar de generar consenso político mediante concesiones materiales. Si antes los parlamentos eran los guardianes del ahorro, hoy son más bien sus enemigos declarados.

Hoy en día, los partidos políticos y nacionalistas (…) tienen la costumbre de cultivar una avaricia de todo tipo de beneficios para sus co-nacionales o electores que lo consideran como su verdadera misión y si la situación política debe ser correspondientemente favorable, es decir, correspondientemente desfavorable para el gobierno, entonces la presión política producirá lo que se quiera. Sin embargo, a menudo, debido a la rivalidad y la envidia cuidadosamente calculadas entre partidos, lo que se ha otorgado a uno [un grupo] tiene que concederse también a otros—de una sola concesión costosa deriva toda una serie de concesiones costosas.

Acusaba al gobierno austriaco de haber «desperdiciado en medio de nuestra buena fortuna [de prosperidad económica] todo, pero todo, hasta el último penique del que podía apropiarse apretando las tuercas fiscales y previendo futuras fuentes de renta hasta el límite máximo» tomando en el presenta a costa del futuro.

Durante cierto tiempo, decía, «una gran cantidad de nuestras autoridades públicas han estado viviendo por encima de sus posibilidades». Esa política fiscal, temía Böhm-Bawerk, estaba amenazando la estabilidad y solidez financiera de todo el país a largo plazo.

Ocho meses después, en agosto de 1914, Austria-Hungría y el resto de Europa sufrió el cataclismo que se convirtió en la Primera Guerra Mundial. Y cuando acabó esa guerra cuatro años después, quedaron en ruinas mucho más que simplemente las finanzas del Imperio Austro-Húngaro, ya que el propio Imperio desapareció del mapa de Europa.

Un hombre honrado e íntegro

Eugen von Böhm-Bawerk nació el 12 de febrero de 1851 en Brno, capital de la provincia austriaca de Moravia (ahora la parte este de la República Checa). Murió el 27 de agosto de 1914, con 63 años, justo cuando estaba empezando la Primera Guerra Mundial.

Diez años después de la muerte de Böhm-Bawerk, uno de sus alumnos, el economista austriaco Ludwig von Mises, escribía un ensayo en recuerdo de su maestro. Mises decía:

Eugen von Böhm-Bawerk permanecerá inolvidable para todos los que le han conocido. Los alumnos que tuvieron la suerte de ser miembros de su seminario [en la Universidad de Viena] nunca perderán lo que ganaron con el contacto con esta gran mente. Para los políticos que han contactado con el estadista, su extremada honradez, altruismo y dedicación al trabajo seguirá siendo por siempre un brillante ejemplo.

Y ningún ciudadano de este país [Austria] debería olvidar nunca al último ministro austriaco de finanzas que, a pesar de todos los obstáculos, trató seriamente de mantener el orden en las finanzas públicas e impedir la inminente catástrofe financiera. Incluso cuando todos los que han estado personalmente cerca de Böhm-Bawerk hayan abandonado esta vida, su obra científica continuará viviendo y produciendo frutos.

Otro de los alumnos de Böhm-Bawerk, Joseph A. Schumpeter, hablaba de su maestro en los mismos términos elogiosos, diciendo: «no solo fue una de las figuras más brillantes en la vida científica de su tiempo, sino asimismo un ejemplo de esa máxima rareza de estadistas, un gran ministro de finanzas. (…) Como servidor público, hizo frente a la tarea más difícil y desagradecida de la política, la tarea de defender principios financieros sólidos».

Las contribuciones científicas las que se referían tanto Mises como Schumpeter, eran los escritos de Böhm-Bawerk sobre lo que ahora se conoce como la teoría austriaca del capital y el interés y su formulación igualmente profunda de la teoría austriaca del valor y el precio.

La teoría austriaca del valor subjetivo

La Escuela Austriaca de economía empezó en 1871 con la publicación de los Principios de economía política, de Carl Menger. En esta obra, Menger ponía en duda las premisas fundamentales de los economistas clásicos, de Adam Smith a John Stuart Mill, pasando por David Ricardo. Menger argumentaba que la teoría del valor trabajo era defectuosa al suponer que el valor de los bienes estaba determinado por las cantidades relativas de trabajo que se han empleado en su fabricación.

Por el contrario, Menger formulaba una teoría subjetiva del valor, razonando que el valor se origina en la mente de un evaluador. El valor de los medios refleja el valor de los fines que podrían permitir obtener al evaluador. Por tanto, el trabajo, como las materias primas y otros recursos, derivan su valor del valor de los bienes que pueden producir. Desde este punto de partida, Menger desarrollaba una teoría del valor de los bienes y factores de producción y una teoría de los límites del intercambio y la formación de los precios.

Böhm-Bawerk y su futuro cuñado y también posteriormente famoso contribuidor de la Escuela Austriaca, Friedrich von Wieser, conocieron el libro de Menger poco después de publicarse. Ambos vieron de inmediato la importancia de la nueva aproximación subjetiva para el desarrollo de la teoría económica.

A mediados de la década de 1870, Böhm-Bawerk entró en el servicio civil austriaco, aumentando enseguida de categoría en el Ministerio de Finanzas, trabajando en la reforma del sistema fiscal austriaco. Pero, en 1880, con la ayuda de Menger, Böhm-Bawerk fue nombrado profesor en la Universidad de Innsbruck, un puesto que mantuvo hasta 1889.

Escritos de Böhm-Bawerk sobre valor y precio

Durante este periodo escribió los dos libros que iban a establecer su reputación como uno de los principales economistas de su época, Capital e interés, Vol. I: Historia y crítica de las teorías del interés (1884) y Vol. II: Teoría positiva del capital (1889). Un tercer volumen: Otros ensayos sobre capital e interés, apareció en 1914, poco después de su muerte.

En el primer volumen de Capital e interés, Böhm-Bawerk presentaba un estudio crítico amplio y detallado de teorías del origen y base del interés, desde el mundo antiguo a su época. Pero es en la segunda obra, en la que ofrecía una Teoría positiva del capital, donde puede encontrársela principal contribución de Böhm-Bawerk al cuerpo de la economía austriaca. En medio de tomo hay una digresión de 135 páginas en las que presenta una exposición refinada de la teoría austriaca del valor subjetivo y el precio. Desarrolla con detalle meticuloso la teoría de la utilidad marginal, demostrando la lógica de cómo los individuos evalúan y comparan alternativas entre las cuales pueden elegir y el proceso que lleva a decisiones para seleccionar ciertas combinaciones preferidas guiadas por el principio marginal. Y muestra cómo el mismo concepto de utilidad marginal explica el origen e importancia del coste y las valoraciones asignadas para los factores de producción.

En la sección sobre formación de precios, Böhm-Bawerk desarrolla una teoría de cómo las valoraciones subjetivas de compradores y vendedores crean incentivos para ambas partes del mercado para iniciar pujas y ofertas en precios. Explica cómo la lógica de la creación de precios por los participantes del mercado determina también el rango en que debe establecerse finalmente el precio de liquidación del mercado o de equilibrio, dado el máximo de los precios demanda y el mínimo de los precios de oferta, respectivamente, de los compradores y vendedores en competencia.

Capital e inversión temporal como fuentes de prosperidad

Es imposible hacer completa justicia a la teoría del capital y el interés de Böhm-Bawerk. Pero en su explicación más simple, argumenta que para que el hombre alcance sus diversos fines deseados, debe descubrir el proceso causal a través del cual trabajo y recursos a su disposición pueden ser usados para sus propósitos. Lo esencial del este proceso de descubrimiento es la idea de que a menudo el camino más eficaz para un objetivo deseado es mediante métodos «indirectos» de producción. Un hombre podrá capturar más peces en un periodo más pequeño de tiempo si dedica primero el tiempo a construir una red de pesca con vides, vaciar un tronco de árbol para hacer una canoa y tallar una rama de árbol como remo.

La mayor productividad a menudo se producirá en el futuro si la persona está dispuesta a asumir, por tanto, cierto «periodo de producción», durante el cual los recursos y el trabajo se dedican a fabricar el capital—la red de pesca, la canoa y el remo—que luego se emplean para navegar por la laguna donde puede haber disponibles más peces y más grandes.

Pero el tiempo dedicado a asumir e implantar estos métodos más indirectos de producción implica un coste. La persona debe estar dispuesta a renunciar actividades de producción (normalmente menos productivas) en el futuro más inmediato (vagar por la laguna utilizando una rama de árbol como lanza) porque ese trabajo y esos recursos están ligados a un método de producción que consume más tiempo, cuyos resultados más productivos solo aparecerán más tarde.

El interés de un préstamo refleja el valor del tiempo

Esto llevaba a Böhm-Bawerk a su teoría del interés. Evidentemente, las personas que evalúan las posibilidades de producción antes expuestas deben comparar fines disponibles antes frente a otros fines (quizá más productivos) que podrían obtenerse más tarde. En general, argumentaba Böhm-Bawerk, los individuos prefieren los bienes antes a después.

Cada persona pone una prima a bienes disponibles en el presente y descuenta en algún grado bienes que solo pueden lograrse más adelante en el futuro. Como las personas tienen primas y descuentos diferentes (preferencia temporal), hay potenciales ganancias mutuas en el comercio. Este es el origen del tipo de interés: es el precio de intercambiar consumo y bienes de producción a lo largo del tiempo.

Böhm-Bawerk refuta la crítica del capitalismo de Marx

Una de las aplicaciones más importantes de su teoría fue la refutación de la teoría marxista de la explotación que dice que los empresarios obtienen ganancias privando a los trabajadores del valor completo de lo que produce su trabajo. Presenta su crítica a la teoría de Marx en el primer volumen de Capital e interés y en un largo ensayo publicado en 1896 sobre las «Contradicciones no resueltas en el sistema económico marxista». En esencia, Böhm-Bawerk argumentaba que Marx había confundido interés con beneficio. A largo plazo, no pueden obtenerse beneficios en un mercado competitivo, porque los empresarios pujarán más por los factores de producción y competirán a la baja en los precios de los bienes de consumo.

Pero toda producción requiere tiempo. Si ese periodo es de una duración considerable, los trabajadores deben ser capaces de mantenerse hasta que el producto esté listo para su venta. Si no están dispuestos o son incapaces de sostenerse, algún otro debe adelantar el dinero (salarios) para permitirles consumir entretanto.

Esto, explicaba Böhm-Bawerk, es lo que hace el capitalista. Ahorra, renunciando al consumo u otros usos de su riqueza y estos ahorros son la fuente de los salarios de los trabajadores durante el proceso de producción. Lo que Marx llamaba los «beneficios explotadores» de los capitalistas, Böhm-Bawerk demostraba que eran el pago implícito de interés por adelantar el dinero a los trabajadores durante los procesos indirectos y consumidores de tiempo de la producción.

Defendiendo la contención fiscal en el Ministerio austriaco de finanzas

En 1889, Böhm-Bawerk fue reclamado desde el mundo académico al Ministerio Austriaco de Finanzas, donde trabajó en reformar los sistemas de impuestos directos e indirectos. Fue promovido a jefe del departamento de impuestos en 1891. Un año después, era vicepresidente de la comisión nacional que propuso poner un patrón oro en Austria-Hungría, como medio para establecer un sistema monetario sólido libre de manipulación pública directa de la imprenta monetaria.

Fue tres veces ministro de finanzas, brevemente en 1895, de nuevo en 1896-1897 y luego de 1900 a 1904. Durante su último periodo de cuatro años, Böhm-Bawerk mostró su compromiso con el conservadurismo fiscal, con el gasto y los impuestos públicos mantenidos estrictamente bajo control.

Sin embargo, Ernest von Koerber, el primer ministro austriaco en cuyo gobierno ejerció Böhm-Bawerk, ideó un pan grandioso y enormemente expansivo de obras públicas en nombre del desarrollo económico. Iba a construirse una extensa red de ferrocarriles y canales para conectar diversas partes del Imperio Austro-Húngaro—subvencionado durante el proceso a una amplia variedad de grupos de intereses especiales en lo que hoy se describiría como un programa de «estímulo» para una supuesta «creación de empleo».

Böhm-Bawerk luchó infatigablemente contra lo que consideraba una extravagancia fiscal que requeriría impuesto más alto y una mayor deuda cuando no había ninguna evidencia convincente de que los beneficios industriales justificaran el gasto. En las reuniones del Consejo de Ministros, incluso argumentó abiertamente contra las propuestas de gasto presentadas por el emperador austriaco, Francisco José, que presidía las sesiones.

Cuando finalmente dimitió del Ministerio de Finanzas en octubre de 1904, Böhm-Bawerk había conseguido evitar la mayoría del gigantesco proyecto de gasto del primer ministro Koerber. Pero decidió renunciar debido a lo que consideraba que eran «irregularidades» financieras corruptas en el presupuesto de defensa del ejército austriaco.

Sin embargo, los artículos de Böhm-Bawerk de 1914 sobre finanzas públicas indican que la ola de gasto público contra la que había luchado tan duramente rompió una vez que no estuvo allí para pelear contra ella.

Control político o ley económica

Unos pocos meses después de su muerte, en diciembre de 1914, apreció impreso su último ensayo, un largo artículo sobre «¿Control o ley económica?» Explicaba que varios grupos de intereses en la sociedad, especialmente los sindicatos, sufren de una falsa concepción de que mediante el uso o la amenaza de fuerza pueden ser capaces de aumentar permanentemente los salarios por encima de la estimación del mercado del valor de los distintos tipos de trabajo.

Establecer arbitrariamente salarios y precios por encima de los que empresarios y compradores creen que valen trabajo y bienes—como pasa con una ley de salario mínimo ordenada por el gobierno—únicamente coloca a algunos trabajos y bienes fuera del mercado.

Además, cuando los sindicatos imponen salarios altos que no son de mercado a los empresarios en un sector, solo tienen éxito temporalmente en comerse los márgenes de beneficio de los empleados y crear el incentivo para aquellos empresarios para abandonar ese sector de la economía y llevarse con ellos los empleos de esos trabajadores.

Lo que hace que los salarios reales de los trabajadores aumenten, argumentaba Böhm-Bawerk, es la formación de capital y la inversión en aquellos métodos más indirectos de producción que aumentan la productividad de los trabajadores y por tanto hacen sus servicios laborales más valiosos a largo plazo, aumentando también la cantidad de bienes y servicios que pueden comprar con sus salarios de mercado.

Hasta el final, Eugen von Böhm-Bawerk defendió la razón y la lógica del mercado contra las apelaciones emocionales y defectuoso razonamiento de quienes querían usar el poder y el gobierno para adquirir de otros lo que no podían obtener mediante libre competencia. Sus contribuciones a la teoría económica y la economía política le muestran como uno de los grandes economistas de todos los tiempos, así como su ejemplo como un hombre de principios de inflexible integridad que, en la arena política, lucho sin desfallecer por el mercado libre y el gobierno limitado.

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