Mises Daily

Por qué ocurre el ciclo económico

Al estudiante de economía se le enseña invariablemente una cierta mitología sobre la historia del estudio de los ciclos económicos. Esa mitología sostiene (a) que antes de 1913 nadie se daba cuenta de que había ciclos de prosperidad y depresión en la economía —en cambio, todo el mundo pensaba sólo en crisis o pánicos aislados— y (b) que todo esto cambió con la aparición de los Ciclos Económicos de Wesley Mitchell en 1913.

El supuesto logro de Mitchell fue ver que hay auges y luego depresiones, y que estos ciclos de actividad provienen de procesos misteriosos en lo más profundo del sistema capitalista. Es la Parte III de esta obra (las otras partes son material histórico y estadístico obsoleto) la que se reedita aquí por segunda vez, esta vez en rústica.

Es cierto que el difunto Wesley Mitchell tuvo una enorme influencia en todos los estudios posteriores sobre el ciclo económico y que revolucionó esa rama de la economía. Pero la verdadera naturaleza de esta revolución es casi desconocida. Porque ya había habido grandes economistas que no sólo conocían, sino que descubrieron teorías para explicar los temibles fenómenos de auge y caída. Lo hicieron mucho antes de la época de Mitchell, y fueron mucho más allá de él.

Por un lado, Mitchell y sus seguidores nunca han intentado explicar el ciclo económico; se han contentado con registrar los hechos, y registrarlos una y otra vez. El famoso trabajo «teórico» de Mitchell es sólo un resumen descriptivo. En segundo lugar, estos mismos economistas estaban descubriendo una gran verdad que se le escapó a Mitchell y que ha seguido escapándosele a los economistas desde entonces: que los ciclos de auge y caída son causados —no por el misterioso funcionamiento del sistema capitalista— sino por las intervenciones gubernamentales en ese sistema.

Los verdaderos fundadores de la teoría del ciclo económico no fueron Mitchell, sino los economistas clásicos británicos: Ricardo y la Escuela Monetaria, cuyas doctrinas han sido inexplicablemente relegadas por los historiadores al casillero de la «teoría del comercio internacional». Ellos fueron los primeros en darse cuenta de que los ciclos de auge y caída son causados por las perturbaciones de la economía de libre mercado mediante inyecciones inflacionistas de crédito bancario, impulsadas por el gobierno. Estos auges provocan a su vez una depresión posterior, que es en realidad un ajuste de la economía para corregir las interferencias del auge. La teoría esquemática de los clásicos fue elaborada durante el siglo XIX; más tarde, el importante papel del tipo de interés fue explicado por el sueco Knut Wicksell; y, finalmente, la teoría del ciclo económico en toda regla fue desarrollada por el gran economista austriaco Ludwig von Mises.

La teoría de Mises muestra el funcionamiento completo del ciclo de auge y caída: la inyección inflacionaria de crédito bancario, fomentada por el gobierno; un auge marcado por las malas inversiones causadas por la manipulación de las señales del libre mercado por parte de la inflación; el fin de la inflación que revela estas desafortunadas malas inversiones; y, por último, la depresión como la corrección por parte del libre mercado de los despilfarros y distorsiones del auge. Irónicamente, la obra en la que Mises esbozó por primera vez su teoría apareció casi al mismo tiempo que la de Mitchell.

Las teorías clásicas, y ahora las de Mises, han sido generalmente despreciadas por los escritores modernos, y principalmente por esta razón: que Mises localiza la causa de los ciclos económicos en la interferencia con el libre mercado, mientras que todos los demás escritores, siguiendo a Mitchell, acarician la idea de que los ciclos económicos provienen de lo más profundo del sistema capitalista, que son, en definitiva, una enfermedad del libre mercado. El fundador de esta idea, por cierto, no fue Wesley Mitchell, sino Karl Marx.

La teoría de Mises, pues, es universalmente rechazada como «demasiado simple». El nuevo libro del profesor Rendigs Fels es un ejemplo típico de los trabajos actuales sobre los ciclos económicos. Fels se ocupa de los ciclos de la América de finales del siglo XIX, y ciertamente revela un gran número de datos valiosos de los ciclos de esa época, hasta ahora ignorados. Pero, ¿cómo explica estos ciclos? Aquí trata de sintetizar las teorías actuales más de moda, con mayor énfasis en la teoría del difunto profesor Schumpeter. Casi todas las teorías se incorporan de alguna manera, excepto la del Dr. Mises. Curiosamente, cada vez que Fels menciona los factores monetarios, o el aspecto de la «escasez de capital» de la teoría de Mises (que discute de forma fugaz y engañosa, y sin mencionar el papel central de Mises), tiene que reconocer que se ajusta a los hechos de forma clara. Pero luego vuelve a salir rápidamente en busca de más y mejores falacias.

La teoría de Schumpeter, por sí sola, aparte de la de Mises, tiene un gran mérito: intenta integrar una explicación de los ciclos económicos con la teoría económica general. Otros economistas se contentan con fragmentar los ciclos económicos como si la teoría general simplemente no existiera, o fuera irrelevante para el «mundo real». Pero la teoría de Schumpeter es sencillamente errónea, como puede verse por su conjetura de un gran número de «ciclos», casi uno por cada industria, que se supone que interactúan para formar el cuadro económico total. Un economista debería darse cuenta de que las industrias en la economía de mercado están unidas entre sí, de modo que básicamente la economía está en la agonía de un solo ciclo a la vez.

Por lo tanto, el lector obtendrá poca información de estas obras sobre los ciclos económicos. De Mitchell sólo obtendrá un resumen descriptivo de un ciclo típico; de Fels encontrará muchos hechos importantes, pero todos distorsionados por intentos erróneos de explicación. Ambos autores prácticamente ignoran lo que podemos llamar la teoría de la «mala inversión monetaria» de Mises y sus antepasados clásicos.

Es cierto que, en los últimos años, la llamada «escuela de Chicago» ha puesto más énfasis en las causas monetarias del ciclo. Pero estos economistas sólo han pensado en el dinero como algo que actúa sobre el nivel general de precios y todavía no se dan cuenta de que la inflación monetaria crea desajustes en la economía que requieren una recesión posterior. En consecuencia, la Escuela de Chicago sigue creyendo que el gobierno puede eliminar los ciclos económicos haciendo malabarismos con el sistema monetario, bombeando dinero dentro y fuera de la economía. Los misesianos, por el contrario, consideran que el gobierno tiene un único papel adecuado en la economía: mantener sus manos fuera y evitar más inflación. Esta es la única «cura» que el gobierno puede aportar.

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