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Penthouse entrevista a Murray Rothbard

Reimpreso de Penthouse (Octubre de 1976). Extraído de The Rothbard Reader.

El cartel de Murray Rothbard muestra a un profesor canoso teclenado en una máquina de escribir. Sus palabras salen mágicamente de la máquina y se mezclan en una bandera negra de anarquía ondeando sobre su cabeza. Debajo del dibujo está el título: “Murray N. Rothbard: el mayor enemigo vivo del estado”. El cartel, como casi todo lo demás relacionado con la política, hace reír a Rothbard. Tiene una afición al humor que, en sus años jóvenes, le hizo escribir una obra de teatro alternativo, Mozart era un rojo en la que se burlaba del culto del individuo de Ayn Rand. Hoy sigue riendo con facilidad. Si alguien menciona el nombre de casi cualquier economista o personaje político del establishment, Rothbard responderá con una carcajada nasal. Abe Beame, Jerry Ford, Hubert Humphrey, John Kenneth Galbraith, Alan Greenspan, Ronald Reagan, todos reciben la misma respuesta: una risa seguida por una explicación teórica en la que Rothbard emplea una lógica arrasadora para denostar a las personas que ve como enemigos de la libertad, la prosperidad y el bien común.

El estilo desenfadado de Rothbard y sus sólidas opiniones le han granjeado gradualmente seguimiento público. Hoy es considerado el principal teórico y portavoz de la nueva filosofía libertaria, un papel del que disfruta después de años de oscuridad dedicados a escribir libros y artículos de economía en revistas de investigación. Ahora aparece frecuentemente en la televisión nacional y es muy demandado como conferenciante en universidades. Sus muchos libros, algunos de los cuales llevaban mucho tiempo descatalogados, están reapareciendo en nuevas ediciones publicadas por grandes editoriales. Y han empezado a venderse. Los primeros dos tomos de la historia en cinco tomos de la América colonial y la Revolución, Conceived in Liberty, de Rothbard, se han convertido en “superventas” entre los libros de investigación.

Por supuesto, a todo el mundo no le gusta el nuevo interés por el pensamiento de Rothbard, que sintetiza tanto ideas liberales como conservadoras. Sus principales detractores son muchos de sus colegas economistas profesionales, con quienes Rothbard se ha estado peleando durante veinticinco años. Los aspectos principales de la disputa son sencillos. Rothbard no piensa que la mayoría de ellos sepan de qué están hablando. Han contraatacado exiliándole de su propia profesión, por decirlo así. Durante mucho tiempo ha pagado por su franqueza ganándose lo que debe considerarse un estipendio muy pequeño para alguien con un doctorado en Columbia. En lugar de ser invitado a trabajar en la facultad de una universidad prestigiosa, tuvo que conformarse con ir en metro de su casa de Manhattan al Instituto Politécnico de Nueva York en Brooklyn. Rothbard también salió perdiendo en el lucrativo trabajo de consultoría privada, que hace que los economistas se encuentren entre los profesionales mejor pagados. En lugar de animar a empresas y agencias públicas para contratarle, Rothbard escribía libros y artículos discutiendo el valor de la mayoría de las asesorías económicas. Su idea de que gráficos y tablas resultan principalmente equívocos disminuyó la demanda de sus servicios. Solo una empresa (una productora de champiñones) le ha llamado para pedirle consejo en los últimos veinte años.

Aunque Rothbard pueda haber discutido la aplicación comercial de su trabajo, otros, como Harry Browne (ver la entrevista de Penthouse a Browne de octubre de 1975), han ganado fortunas en el campo de la asesoría financiera popularizando conceptos desarrollados en los primeros libros de Rothbard sobre depresiones como The Panic of 1819 y America’s Great Depression. Browne y muchos profetas menores del “pesimismo” ganan miles de dólares diarios diciendo a los clientes que “huyan a las colinas” porque la economía conrolada por el gobierno está condenada al fracaso. ¿Qué piensa Rothbard de ese consejo? No mucho. Rechaza comentar directamente sobre Browne para evitar la apariencia de animosidad personal. Pero su sentimiento general acerca de huir es que dar ese paso sería desastroso. “Además”, dice Rothbard, “no hay tantas colinas a las que huir”.

El entrevistador de Penthouse, Jim Davidson, preguntó al profesor Rothbard acerca de sus polémicas opiniones. La conversación muestra por qué el economista de cincuenta años ha sidod escrito como el teórico político que está “a la izquierda y la derecha de todos”. Atacando el actual liderazgo político y prácticamente todos los elementos de la política del gobierno, Rothbard explica por qué sigue teniendo confianza en el futuro de Estados Unidos.

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Penthouse: Si tuviera una varita mágica para corregir lo que está mal en Estados Unidos, ¿qué haría?

Rothbard: Eliminaría al gobierno de las vidas y propiedades de todos los ciudadanos estadounidenses. Derogaría en primer lugar toda la legislación que se ha creado y todos los decretos administrativos del último siglo aproximadamente.

Penthouse: ¿Incluso las leyes pensadas para ayudar a los pobres, para proteger a los consumidores y para atender a los jóvenes, los enfermos y los ancianos?

Rothbard: Sí. Las leyes para ayudar a los pobres son falsas. Los pobres en realidad no se benefician del estado del bienestar.

Se hicieron estudios en el gueto de un distrito de Washington DC. Después de estimar los impuestos que pagaron estas personas al gobierno federal y comparando la cifra con el dinero que este les devolvió, resultó que obtenían menos del gobierno de lo que estaban dando. ¡Pagaban por el estado del bienestar igual que todos los demás! El dinero simplemente se desvía hacia el complejo militar-industrial, los salarios burocráticos y cosas parecidas.

Penthouse: Si los programas sociales no benefician a los necesitados, ¿por qué continúan?

Rothbard: Porque crean un electorado de funcionarios públicos para los gobernantes del país, para el aparato del estado y para la gente que se beneficia de ellos. También crean una fachada de altruismo, detrás de la cual la gente que realmente se beneficia del estado (la gente que consigue los contratos y las subvenciones y los privilegios monopolísticos y todo lo demás) es capaz de operar.

Penthouse: ¿Puede ser más concreto?

Rothbard: Por ejemplo, el Consejo de Aviación Civil, que regula el sector aeronáutico, se creó debido a las presiones de cabildeo de las grandes aerolíneas: Pan Am, United y otras. Fue creado para aumentar las tarifas, no para beneficiar a los consumidores. Y así ha funcionado el CAC. Crea monopolios, restringe el servicio de aerolíneas en diversas rutas clave y mantiene altas las tarifas. El resultado ha sido la ineficiencia y los altos costes con los que tiene que convivir el consumidor. El CAC echó del negocio a bastantes aerolíneas pequeñas que estaban operando muy eficientemente y con mucha seguridad, pero que estaban rebajando las tarifas de las grandes aerolíneas. El CAC se limitó a dejar de darles “certificados de comodidad y necesidad”, como creo que los llaman. Es solo un ejemplo del tipo de cosas que hace el gobierno a nivel federal, estatal y local.

Penthouse: Entonces usted está defendiendo que se deroguen todas las funciones gubernamentales.

Rothbard: Creo que todas estas funciones podrían llevarse a cabo considerablemente mejor por medios voluntarios, financiados por los consumidores que realmente usan esos servicios, no por contribuyentes que estén obligados a pagar por algo que no reciben personalmente. La renta de policías, bomberos y funcionarios debería ser equivalente a la eficiencia de su servicio a los consumidores, no basarse en manipulación política e impuestos coactivos. Así ya no habría una burocracia arraigada. Los funcionarios públicos tendrían que mejorar como todos. Todos los demás bienes y servicios los proporcionan empresas o personas que reciben su compensación porque han proporcionado eficientemente un producto que quieren los consumidores. El gobierno proporciona servicios mediante impuestos coactivos y por tanto no tiene que ser eficiente.

Penthouse: ¿Pero cómo podría el mercado libre proporcionar servicios como la policía?

Rothbard: No hay diferencia entre decir eso y decir: “¿Cómo puede el mercado libre proporcionar zapatos?” En la sociedad actual, la gente rica puede contratar guardias privados y sencillamente hacen eso, es la gente pobre la que no tiene alternativa salvo confiar en la policía pública.

Ahora mismo casi todos tienen algún tipo de seguro médico, Blue Cross y ese tipo de cosas. No veo ninguna razón por la que las pólizas de seguro sean más caras que eso. La gente pagaría primas todos los años por tener policía contratada, por decirlo así, en caso de que pase algo.

Aquella gente que no pueda afrontar esos pagos seguiría teniendo ayuda de la policía. Ahora tenemos sociedades de ayuda legal que proporcionan a prisioneros indigentes consejo legal gratuito y en una sociedad libertaria pasaría lo mismo con respecto a la protección legal.

Penthouse: Si se elimina el gobierno y todos los servicios los proporcionara la libre empresa, ¿cómo podrían sobrevivir los pobres?

Rothbard: Bueno, en primer lugar, los pobres solo son ayudados por la empresa libre. Son la inversión de capital privado y el emprendimiento privado los que han aumentado el nivel de vida desde donde estaba en los tiempos preindustriales hasta el que tenemos hoy. Todo esto se ha hecho mediante inversión privada, no por el gobierno. El gobierno es una rémora sobre el sistema; es un dispositivo empobrecedor y una carga parasitaria sobre el sistema productivo y no al contrario. El gobierno no ayuda a los pobres: los daña.

Penthouse: Tuvimos caridad privada a lo largo del siglo XIX. Dickens describió los horrores que causó. ¿Es eso lo que quiere que vuelva?

Rothbard: No, el objetivo principal de la caridad privada siempre ha sido poner de pie a la gente de forma que no tenga que depender de la caridad. Y la caridad privada tuvo bastante éxito en hacer eso. Hoy la iglesia mormona tiene un sistema de asistencia privada, de forma que no hay ningún mormón en programas sociales. Lo mismo pasa con otros grupos étnicos que se oponen a cualquier tipo de dependencia de los programas sociales. Los albanos estadounidenses en Nueva York son muy pobres. Prácticamente están en el nivel de renta más bajo y ninguno de ellos está en programas sociales porque piensan que es humillante y degradante y se ayudan entre ellos, voluntariamente.

Penthouse: Pero para que la caridad privada funcione, la economía debe estar san y muchos economistas creen que un mercado libre no intervenido lleva a recesiones y depresiones, que solo pueden remediarse por intervención del gobierno.

Rothbard: El sistema de libre empresa no produce depresiones ni recesiones. Las producen el gobierno y su proceso de falsificación inflacionista. Es el sistema bancario público el que crea inflación, recesión y depresión. El gobierno distorsiona la economía y crea inversiones insensatas. Estas inversiones tienen que liquidarse y el resultado es un periodo de depresión. Luego cuanto más interviene el gobierno en la depresión (como hizo en la década de 1930) más dura dicha depresión. En un sistema de verdadero mercado libre, no habría depresiones.

Penthouse: ¿Así que el New Deal en realidad prolongó la depresión de la década de 1930?

Rothbard: Exactamente. Antes de que se instituyera el New Deal, había una política federal de no intervenir una vez se produjera una depresión. Como consecuencia, las depresiones no duraban más de uno o dos años. Pero cuando llegó el crash de 1929, el presidente Hoover y luego el presidente Roosevelt intervinieron extensamente en un intento mal dirigido de mantener altos salarios y precios para apuntalar a empresas con ayuda federal y otro tipo de asistencias. El resultado fue prolongar la depresión durante once años, una duración sin precedentes en la historia de Estados Unidos. Solo conseguimos salir debido a la Segunda Guerra Mundial, que es una forma terrible de salir de una depresión.

Penthouse: ¿Cuál es la diferencia entre su postura y la delos conservadores, que durante años han estado hablando contra el gran gobierno?

Rothbard: Bueno, los conservadores y el presidente Ford a menudo emplean palabras del mercado libre, pero las acciones de las personas hablan más alto que sus palabras. El presidente Ford, cuando se analizan cuidadosamente sus acciones, tuvo un déficit de unos 75.000 millones de dólares en el año fiscal de 1976, aunque Arthur Andersen and Company realizaron una contabilidad de las finanzas públicas y han llegado a la conclusión de que el déficit está en realidad más cerca de los 150.000 millones. También el presidente Ford, a pesar de todas sus palabras acerca de eliminar o reducir la intervención pública, ha propuesto una subvención de 100.000 millones de dólares para fuentes privadas de energía.

Los conservadores tienden a estar a favor de las subvenciones a las grandes empresas, especialmente en el complejo militar-industrial. Tienden a estar a favor de los gastos militares. Los mismos conservadores que reclamarían una rebaja de 2.000 millones de dólares en gastos sociales, por ejemplo, también estarían a favor de una expansión de 20.000 millones de dólares en gasto militar desperdiciado. Tienen un punto ciego con respecto al militarismo. Tienden a estar a favor de altos aranceles. En un campo más amplio, tienden a oponerse a la libertad personal religiosa, civil y de otro tipo. Así que su discurso es completamente opuesto a sus acciones. Sus credenciales libertarias son bastante sospechosas si se miran en su totalidad.

Penthouse: ¿En qué difiere la postura libertaria de la de los liberales, con quienes es usted tan crítico?

Rothbard: Bueno, la postura libertaria, básicamente, es que ninguna persona o grupo debería poder usar fuerza o violencia contra ninguna persona o su propiedad. Todos deberían tener completa libertad en todas las actividades de su vida, tanto personales como económicas. Esto significa que los libertarios están a favor de la libertad económica. El capitalismo de laissez faire parece cercano a la postura conservadores en muchos aspectos. Pero también estamos a favor de una libertad civil completa, lo que, en muchos aspectos, está cerca de la postura liberal. Sin embargo los liberales son casi tan incoherentes con respecto a las cuestiones de las libertades civiles, como lo son los conservadores con respecto al mercado libre. Muchos liberales que están a favor de la libertad personal también están a favor de encarcelar a pacientes mentales, supuestamente en beneficio de los pacientes. O están a favor de timbres de aviso del uso del cinturón de seguridad, algo que encuentro personalmente muy repulsivo.

Penthouse: Usted ha dicho que está a favor de cualquier tipo de acciones capitalistas entre mayores de edad. ¿Está también a favor de cualquier otra acción entre mayores de edad?

Rothbard: Cualquier acción, capitalista o personal o de cualquier otra naturaleza, realizada por mayores de edad debería estar permitida. El que alguno de nosotros no la apruebe personalmente es otra historia y realmente es irrelevante para la cuestión política de su legalidad. Esto vale para todo. Por cierto, que muchos supuestos libertarios civiles que estarían a favor de la legalización de las drogas o del alcohol (con lo que estoy de acuerdo) están por alguna razón en contra de la legalización de los anuncios de cigarrillos, lo que debería ser una cuestión de libertades civiles similar a los demás casos.

Penthouse: ¿No cree que la gente tenga derecho a tomar decisiones acerca de la forma que debería adoptar esa sociedad? ¿No tenemos elecciones por eso?

Rothbard: Creo que una persona debería tener el derecho a tener lo que quiera mientras no imponga sus deseos a algún otro. Si esa gente quiere votar para apoyar cierto sistema o a cierta persona, está bien. Sin embargo, el problema es que están imponiendo este sistema y a esta persona sobre el resto de nosotros.

Estas elecciones no significan realmente que la gente se reúna en alguna especie de concejo municipal y elijan cierto sistema o cierto grupo de políticos. Como sabe, lo que ocurre realmente es, primero, que no vota la mayoría de la gente con derecho a hacerlo y, segundo, se llevan un paquete, una opción muy estrecha entre dos partidos, que son más o menos indistinguibles en sus políticas e imagen y con los que no se puede contar con que cumplan sus promesas. Nadie demanda a un congresista o presidente por fraude si viola sus promesas de campaña: se considera parte del juego. Se llama lenguaje de campaña, al que nadie presta atención. Un consumidor, por el contrario, vota en cierto modo todo el tiempo. Vota por alimentos o ropa o equipos de alta fidelidad u otras cosas comprándolas o rechazando comprarlas. Es el amo completo de su destino. No tiene que tomar una decisión entre solo dos productos.

Penthouse: ¿Y qué pasa con usted? ¿Votará en las próximas elecciones?

Rothbard: Hace mucho que no voto.

Penthouse: Si no vota, ¿no se merece lo que tiene?

Rothbard: ¡Oh, no! Todo lo contrario .Son los que votan por el candidato ganador los que pueden merecerse lo que tienen, no los que no votan por nadie.

Penthouse: ¿Pero el gobierno no es el pueblo, en el sentido de que es la única institución que representa a todos, frente los egoístas grupos de interés?

Rothbard: No. Solo representa a una fracción del pueblo. Digamos que vota un 45% del pueblo. Si hay unas elecciones apretadas, esto significa que solo el 23% del pueblo votó por el candidato ganador. Es difícilmente es todo el pueblo. Así que el gobierno no es el pueblo. El pueblo somos el resto que no estamos en el gobierno. Ellos no son nosotros. Son solo un grupo de personas que hay por ahí que se hacen llamar “el gobierno”. Cuando vemos a trabajador cambiando a un trabajo mejor porque ganará más dinero o cuando vemos a un empresario mudándose a una zona en la que puede obtener más beneficios, todos dicen: “Vaya, se está cambiando de trabajo o s pasa a otro sector para tener más ingresos”. Y sin embargo cuando alguien se convierte en empleado público, de repente suponemos que su objetivo es completamente distinto. Su motivación se convierte de repente en “el interés público”, “el bien común”, la “seguridad nacional” o cualquier otro tópico que tenga a mano. Sería un ejercicio muy útil para todos pensar sobre el gobierno, no como proveedor del bien público, sino como gente que son burócratas tratando de maximizar su propia renta. Así veríamos qué tipo de explicación coherente del mundo aparece.

Penthouse: ¿Puede darnos ejemplos de la forma en que actúan los cargos públicos para “maximizar su propia renta”?

Rothbard: Para empezar, todo cargo público oficial aumenta su renta en proporción al número de personas que trabajan para él. Así que la tendencia es a aumentar el número de personas trabajando en la organización propia. Y esto lleva así a un mayor presupuesto. Supongamos que el cargo no necesite en realidad el 80% de su presupuesto. No puede permitirse gastar solo el 2% porque el Congreso recortaría su presupuesto al año siguiente. Así que tiene que gastar al menos tanto como permita el presupuesto. Por eso la burocracia se convierte en un cáncer creciente sobre el sistema.

Penthouse: ¿No hay burocracia en la vida privada y en el mercado libre? ¿Por qué criticar solo al gobierno?

Rothbard: Sí, también hay burocracia en la vida privada, pero hay un par de diferencias clave. Primero, la burocracia privada está limitada por pérdidas y ganancias. Si una empresa no obtiene beneficios y sufre pérdidas, tiene que cerrar. El gobierno no tiene que tener ganancias o evitar pérdidas. El gobierno puede seguir adelante con la tasa más ineficiente posible, creando déficits porque los contribuyentes pagaremos las facturas. Como no hay prueba de pérdidas y ganancias para la burocracia pública, esta puede proliferar hasta el infinito.

Penthouse: Mucha gente probablemente esté de acuerdo con que el gobierno es demasiado grande y que está haciendo mal muchas cosas. Sin embargo, si eliminamos de golpe todos los programas y servicios públicos, eso crearía enormes problemas. Muchas personas dependen de trabajos que no existirían en el mercado libre. ¿Cómo se llevaría a cabo entonces el ajuste a una sociedad libre?

Rothbard: La única forma es permitir que funcione la sociedad libre sin interferencia del gobierno. Por ejemplo, cuando se produjo la desmovilización después de la Segunda Guerra Mundial, más de 10 millones de personas abandonaron las fuerzas armadas. La mayoría de los economistas predijeron una depresión y un desempleo masivos. ¿Cómo podía la economía ajustarse a toda esta gente repentinamente incorporada al mercado laboral? Bueno, ¿qué pasó? No hubo desempleo masivo y en seis meses los ajustes se realizaron con mucha tranquilidad. Si se permite operar al mercado libre, funciona con una rapidez y eficiencia notables. Si se trata de gravar más a la gente, supuestamente para facilitar el ajuste, se va a tener un mal persistente y crónico en lugar de un fin corto y rápido del problema.

También se perpetúan los intereses creados y se va a estar cada vez más en disposición de tratar de continuar gobernando y continuar eternamente con la ayuda de “emergencia”. Nunca nos libraremos de ella. Es como si hubiera una especie de operación quirúrgica breve en lugar de permitir que una enfermedad cancerosa crónica continúe su curso letal.

Si se eliminara la interferencia del gobierno, los ciudadanos privados tendrían el dinero que se les ha quitado (expropiado por el estado) y gastarían el dinero en lo que quisieran. En lugar de más añadidos al Pentágono, habría más equipos de alta fidelidad, más ropa y otros bienes de consumo. Habría más trabajos en el sector privado. La transición sería muy rápida.

Penthouse: Muchos analistas han argumentado que el gran gobierno es necesario para proporcionar liderazgo en política exterior. ¿Qué dice usted a esto?

Rothbard: El gran gobierno no es más beneficioso en política exterior que en asuntos nacionales. Es precisamente porque la economía y la sociedad mundiales están interconectadas y son interdependientes por lo que los gobiernos individuales mezclados en la situación crean condiciones que llevan a la guerra y el conflicto.

Cuando el gobierno trata de subvencionar inversiones extranjeras o conseguir materias primas o corregir la llamada balanza del poder, crea condiciones de conflicto que causan guerra y matanzas masivas.

Penthouse: ¿Qué hay del argumento de que si Estados Unidos no proporcionara protección, los dictadores impondrían sus sistemas sobre los pueblos y la tiranía esclavizaría el mundo?

Rothbard: Hemos seguido esa idea de política exterior intervencionista desde aproximadamente los tiempos de la administración de Woodrow Wilson. Empezamos yendo a la guerra para hacer del mundo “seguro para la democracia”, como decía Wilson. Después de cinco o seis décadas de ubicua intervención pública, tenemos un mundo que es mucho menos libre que nunca antes. Evidentemente, algo debe estar mal en este tipo de política.

La Guerra de Vietnam ha demostrado que a largo plazo no podemos impedir que los pueblos del mundo controlen sus propios asuntos, lo hagan mal o no. Si tienen o no dictaduras, no es asunto nuestro. No es asunto de Estados Unidos vaciar nuestras arcas y sacrificar las vidas de los ciudadanos para imponer nuestra solución a estos países.

Penthouse: Eldridge Cleaver ha dicho recientemente que los críticos del ejército y la política exterior de Estados Unidos se han equivocado y no entienden la naturaleza del comunismo. ¿Qué piensa de esto?

Rothbard: Bueno, creo que Eldridge Cleaver tiene aproximadamente la misma sabiduría en su encarnación actual de la que tenía en la anterior: no mucha. El peligro es el estatismo. No creo que el comunismo sea ningún peligro particular salvo en la medida en que es estatismo. Tenemos suficiente estatismo que tratar de elimina aquí y parte de esa eliminación es ese tipo de política exterior y antimilitarista que defiendo. No creo que realmente nadie crea que Rusia o China o Albania vayan a conquistarnos militarmente. Si se presiona los bastante a los partidarios de la Guerra Fría, estos lo admiten. Pero les preocupa la llamada subversión. En otras palabras, les preocupa el comunismo interno, ya sea aquí o en el extranjero. Y lo que estoy diciendo es que el problema interno del que tenemos que preocuparnos es el estatismo. La principal objeción que tengo ante el comunismo es que el comunismo es estatismo. Y el estatismo estadounidense es lo que nos está oprimiendo.

Penthouse: Si se eliminara l estatismo estadounidense, ¿esa acción no permitiría a un enemigo atacar y someter completamente al pueblo estadounidense?

Rothbard: No creo que haya ninguna amenaza real de conquista. Conquistas y guerras evolucionan por conflictos recíprocos. En otras palabras, un estado amenaza a otro o lo ataca y este reacciones a la transgresión. Si no existiera un aparato estatal en este país, desparecería ese tipo de provocación para atacar. Segundo, si algún país nos atacara, se descubriría que una defensa voluntaria, una defensa de libre mercado, sería mucho más eficiente que una defensa estatal. Cuando se derrota al ejército enemigo, el ejército vencedor puede dirigir el sistema a través del aparato del estado derrotado, paro todavía existente. Los británicos dirigían la India (a pesar del hecho de que la población británica era mucho menor que la india) simplemente derrotando al ejército de los monarcas indios y luego dando órdenes a la monarquía. Si no hubiera aparato estatal estadounidense para dar órdenes, ¿qué iba a hacer la fuerza ocupante? Tendría que crear un aparato estatal completamente nuevo en Estados Unidos, lo que es casi imposible, considerando el tamaño del país.

Y tercero, la defensa privada es mucho más eficiente que la defensa pública porque el ejército tiende a cometer errores. No está sometido a ningún tipo de prueba de eficiencia del mercado.

Penthouse: El actual presupuesto militar estadounidense supera los 100.000 millones de dólares. ¿Qué cantidad de dinero se necesitaría para defender al país mediante su sistema de libre mercado?

Rothbard: Bueno, realmente no soy un experto militar, pero tal y como lo entiendo, podríamos hacerlo sin el enorme exceso de capacidad destructiva que nos permite acabar con toda la población rusa muchísimas veces. También entiendo que todo lo que realmente necesitamos para defender el país contra un ataque nuclear son los submarinos Polaris. Si es así, podemos acabar con todo el gasto en todo lo demás. N sé cuánta sería la reducción del presupuesto, pero imagino que sería enorme.

Penthouse: Los marxistas ha dicho que el excesivo gasto militar demuestra que el capitalismo no funciona. ¿Cómo reacciona ante este argumento?

Rothbard: Por supuesto, el capitalismo de estado, o estatismo, ha fracasado. Pero el libre mercado no ha fracasado. Si miramos la historia de las economías marxistas, no hay evidencia de nada que resulte una mejora sobre el mercado libre. Los planificadores marxistas no solo causaron incontables muertes, torturas y expropiaciones de sumas incontables, sino que tampoco han entregado bienes, ni siquiera en el sentido de hacer funcionar un sistema económico viable. Una de las razones por las que no son capaces de lograr nada es su enorme red de mercado negro. A pesar de las políticas planificadoras en Rusia y Europa Oriental, sigue habiendo un enorme mercado negro que consigue entregar bienes y servicios, aunque sea de forma subrepticia, a pesar de todo lo que puede hacer el estado.

Penthouse: ¿Qué hay de los argumentos ecologistas contra el crecimiento?

Rothbard: La respuesta es que la contaminación del medio ambiente no la ha causado el mercado libre. El culpable es la actividad consciente del gobierno. Por ejemplo, durante la década de 1950 y tal vez la de 1960, el Departamento de Agricultura estuvo fumigando enormes zonas de tierras agrícolas con DDT desde helicópteros aunque protestaran granjeros individuales. También hay unidades municipales de aguas residuales vertiendo estas en ríos y terrenos, contaminando esas áreas sin ningún tipo de control. Así que mucho del daño medioambiental no ha llevado a cabo el propio gobierno. Tampoco el gobierno ha cumplido con su supuesta función e defender los derechos de propiedad. Ha permitido la invasión de propiedad privada por otras empresas o personas. Un ejemplo de esto es el humo que destruye los árboles frutales. Bajo el derecho común o cualquier tipo de código legal libertario, esto no estaría permitido. Pero el gobierno lo ha permitido conscientemente durante cien años o más.

Penthouse: Sin estándares de contaminación establecidos por el gobierno, ¿no habría un peligro de que las centrales de energía nuclear contaminaran el medio ambiente?

Rothbard: Buena, en primer lugar, las centrales de energía nuclear están subvencionadas por el gobierno, así que si se eliminan las subvenciones, podría desaparecer mucho del problema. Segundo, el gobierno subvenciona el seguro de responsabilidad de las centrales de energía nuclear: Si se eliminara eso, podría reducirse el problema de la energía nuclear a proporciones gestionables. Pero, en general, creo que se trata de que el gobierno no debería establecer ningún tipo de estándares antes de la actividad, antes de la producción y venta, porque el gobierno no sabe mucho acerca de qué estándares debería establecerse y hacerlo inhibe las acciones voluntarias de la gente. Asimismo, muchas veces esto significa que los estándares de bienes y servicios serán peores de lo que habrían sido si el gobierno no hubiera metido mano. La calidad tiende a bajar al mínimo permisible, al estándar del gobierno. Asimismo, la gente tiende a pensar que como el gobierno establece el estándar, todo es seguro y aceptable. A menudo no es así. Lo que debería ocurrir es que si algún tipo de producto daña al consumidor (digamos que compras algo y resulta ser un veneno) entonces el consumidor debería poder ir a los tribunales y demandar al vender o fabricante por daños y perjuicios. Pero lo que suele ocurrir ahora es que si, por ejemplo, un edificio se certifica como seguro por un inspector público y luego se derrumba y daña a alguien, la víctima no puede demandar ¡porque la estructura ya se certificó como segura! La mejor solución, creo, sería seguir el sistema de tribunales ordinarios para reparar daños por lesión.

Penthouse: ¿Qué hay de los intentos de socializar la medicina en Estados Unidos?

Rothbard: Sería algo monstruoso. En países con medicina socializada, por ejemplo, Gran Bretaña, el resultado ha sido un tremendo declive en la calidad del servicio médico y una enorme carga de impuestos sobre el público y sobre la economía. La estimación habitual de cuánto costaría la medicina socializada se extrapola siempre del número actual de personas yendo a doctores y otras estadísticas. De lo que no se da cuenta la mayoría de las personas es de que si una visita a un doctor fuera gratis, mucha gente consultaría constantemente al doctor. Habría un enorme aumento en la demanda de servicios médicos, la mayoría innecesarios, y entones el tiempo del doctor tendría que racionarse de alguna manera y disminuiría la calidad de la atención médica. Eso ocurrió en Inglaterra, con el resultado de que la gente que puede permitírselo recurre a la atención médica privada. Tienen que hacer esto para obtener un tratamiento decente.

La actual intervención pública en el campo médico en Estados Unidos ha creado la mayoría de los problemas que ahora existen. Al crear requisitos de licencia (regulaciones estatales que restringen el número de doctores y escuelas médicas), el gobierno crea un monopolio médico y aumenta el coste de la medicina. En la última década aproximadamente, el gobierno ha creado el programa Medicaid-Medicare, que ha aumentado enormemente el coste de doctores y hospitales con un desembolso indiscriminado de dinero a doctores. Al principio todos pensaban que el programa sería muy bueno. “Ahora podremos hacer que se paguen la mayoría de nuestras facturas médicas”, pensaron. ¿Pero qué pasó realmente? Las facturas médicas simplemente aumentaron y por tanto en realidad no estamos mejor que antes.

De hecho, estamos peor. Cualquier intervención adicional del gobierno multiplicará el daño. Y defiendo la eliminación de los requisitos de licencia para doctores y hospitales y el relajamiento de restricciones en otros aspectos de la medicina. El coste de las drogas podría recortarse eliminando los requisitos de las recetas, lo que crea un monopolio farmacéutico de forma que la gente tiene que ir a farmacias con licencias para conseguir sus medicinas. No creo que haya ninguna necesidad real de eso.

Penthouse: Está diciendo que cualquiera, haya ido o no a una escuela médica, debería poder poner un cartel y decir “Practico la medicina” o “Soy un curandero” o alguna forma similar de anuncio cuasi-médico.

Rothbard: Exacto. Por supuesto, ahora se puede ser un curandero espiritual sin licencia, pero no se puede decir que das servicios médicos. No se puede emplear técnicas médicas. Creo que si tuviera un padrastro, debería poder ir a una vieja bruja local en la esquina y pagar cincuenta centavos o algo así para que me lo quitara. No debería tener que ir a un doctor en Park Avenue y gastar unos cincuenta dólares para que me lo quitara.

Hay todo tipo de grados de lesiones y enfermedades. Cada persona debería poder decidir por sí misma quién quiere que se ocupe de ellas, ya esté licenciado o no, ya sea una vieja bruja o un médico de Park Avenue.

Penthouse: ¿Ve como un gran problema que mucha gente tenga intereses creados en el sistema estatal y sea muy reticente a ver eliminadas regulaciones y subvenciones?

Rothbard: Sí, hay toda una red de intereses creados. Y estás pisando callos cuando tratas de reducir su poder. Por otro lado, la mayoría de la gente no está ligada a intereses creados. Son los que están siendo explotados por el sistema. Así que, en realidad, tendríamos una mayoría del público de nuestro lado si se interesa y es consciente de esta explotación.

Penthouse: ¿Cree que los intereses creados en Estados Unidos forman una “clase dirigente”, en sentido marxista?

Rothbard: Sí, hay una clase dirigente que gobierna el aparato del estado a costa del resto de nosotros, que somos las clases dirigidas. Pero creo que los marxistas se equivocan definitivamente al creer que todos los empresarios u hombres de negocios son parte de la clase dirigente, tengan o no un papel importante en el estado. Simplemente contratar a alguien no hace de una persona parte de la clase dirigente. Yo diría que no hay ninguna dirección implicada en ningún tipo de relación voluntaria empresario-empleado en el mercado libre.

El elemento director empieza (y con él, la explotación) cuando alguien, o un grupo, controla el estado y empieza a dirigirlo. Podría ser un gran empresario (a menudo lo es) o algunos grupos de grandes empresarios. Y también pueden ser los miembros de un partido comunista o lo que sea. En otras palabras, cualquier grupo (ya sean empresarios, sindicatos o un rey y su séquito), cualquier grupo que consiga controlar el estado naturalmente se convierte en clase dirigente debido a este control general.

Penthouse: ¿Quién constituye entonces la clase dirigente hoy en Estados Unidos?

Rothbard: Bueno, yo diría que es una coalición de varios grupos. Evidentemente, los políticos y burócratas dirigentes son parte de ella. Y también están en ella aquellos grandes empresarios concretos que se alinean como aliados del estado. Ahora, está claro que los Rockefeller y grandes empresas como General Dynamics, que obtienen la mayoría de sus rentas del estado, estarían incluidos. Y como socios menores, por decirlo así, los sindicatos, como los de la AFL-CIO, son una parte de estas agrupaciones, especialmente los líderes de estos sindicatos. Son los elementos básicos de nuestra clase dirigente.

Penthouse: ¿Cree que las cosas mejorarán o empeorarán, en lo que se refiere a nuestro sistema y su clase dirigente?

Rothbard: Es algo paradójico, pero creo que las cosas mejorarán porque están empeorando. En otras palabras, ahora estamos en crisis debido al gran gobierno, debido a la intervención del gobierno, de forma que la única forma de salir de esto es eliminando o reduciendo enormemente la intervención pública.

Soy optimista en que haremos eso. La gente lo verá con claridad entonces. Creo que el gran gobierno nos ha causado meternos en este lío y no puede sacarnos de él, por lo tanto, debe haber otra salida, y la única es la vía libertaria. Así que soy optimista porque estamos en esa situación tan mala.

Penthouse: ¿Hay alguna posibilidad de que haya otra Revolución Americana, una que nos saque de la “situación tan mala” de la que habla usted?

Rothbard: Bueno, los Padres Fundadores eran básicamente libertarios. E historias recientes han demostrado, incontrovertiblemente, que estaban impulsados por opiniones libertarias. Jefferson dijo que si el gobierno estadounidense se convertía en demasiado tiránico, haría falta otra revolución para derrocarlo.

Se puede esperar que el público estadounidense tome nota de la situación en este país y al hacerse cada vez más suficientemente libertario, medidas pacíficas basten para reducir o eliminar el poder del gobierno.

Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe.

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