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“Más datos” no mejorarán las malas predicciones de los economistas

The Economist ha estado publicando últimamente una serie de artículos sobre los defectos de la profesión económica. En el más reciente argumenta el punto importante de que “la crisis [de 2008-2009] expuso la continua ignorancia de la profesión económica sobre el ciclo económico”. Una razón para esta ignorancia, observan, es una falta de datos: aunque las crisis se producen repetidamente, no se producen lo suficientemente a menudo para que se haga un análisis estadístico riguroso de las mismas. Otra razón (que subyace el actual debate entre los campos neoclásico y neokeynesiano sobre política monetaria) está representado por los “males epistemológico” de la macroeconomía, que la profesión “debe llegar a controlar (…) si espera mantener su influencia que limitar el daño producido por la próxima crisis”.

Sin embargo, The Economist no está sugiriendo un reajuste de los métodos y herramientas de la macroeconomía. Todo lo contrario. Al señalar el desacuerdo entre las escuelas de pensamiento, se inclinan claramente por el bando de la intervención fiscal y monetaria, agrupando economistas clásicos con monetaristas, no intervencionistas, economistas de las expectativas racionales y conservadores. Al señalar los males epistemológicos, solo deploran las previsiones erróneas, como “infravalorar los riesgos de señalar una tasa baja de inflación”. Al indicar vías de investigación, quieren recuperar la vieja y desacreditada Curva de Philips.

Por tanto, no es el contenido superficial de su análisis, sino su explicación y aproximación a estos problemas lo que muestra los verdaderos defectos de la profesión económica ortodoxa moderna.

Primero, el análisis de los datos empíricos sigue siendo la base de la teoría económica en lugar de la acción humana. Pero nunca habrá datos suficientes para dar a luz teoría económica, sencillamente porque, como explicaba Mises:

Vemos el efecto de los cambios en los datos por medio de nuestra teoría. (Mises 2003, 170).

¿Cómo sabrían si no los economistas qué datos mirar, qué datos ignorar y por qué no hay suficientes datos sobre los ciclos económicos? Es mediante la teoría como podemos desenredar los efectos causales de múltiples factores sobre variables económicas, no al contrario. Dejar que los datos dirijan la teoría es como toquetear en la oscuridad para encontrar no solo el interruptor de la luz, sino también la misma idea de un interruptor de luz.

Por otro lado, y como consecuencia, la teoría nos puede ayudar a predecir la calidad y tendencia (pero no la cantidad) de las consecuencias de cambios pasados en los datos. Por tanto, en este sentido, los modelos macroeconómicos pueden predecir cuantitativamente el funcionamiento la economía igual que conducir un coche con ruedas cuadradas puede predecir los resultados de una carrera de Fórmula Uno. No puede haber predicciones con éxito en este sentido. Como decía Mises:

Todos los intentos que se han dedicado y se dedicarán a la construcción de una teoría cuantitativa de la cataláctica deben, por tanto, irse al traste. Todo lo que puede lograrse en esta área es historia económica. No puede nunca ir más allá de lo único e irrepetible: no puede adquirir nunca validez universal. (2003, 170)

Además, con los modelos a los que les faltan las nociones del papel del tiempo, el capital, el emprendimiento, el dinero y el cálculo económico los pronósticos cualitativos son igualmente infructuosos. Hasta que no nos deshagamos de estos males metodológicos, la macroeconomía moderna continuará sin tener ningún poder para limitar el daño producido por la próxima crisis.

Así que si realmente necesitía saber acerca de los problemas epistemológicos de la economía, no escuchéis a The Economist. Leed a Mises en su lugar.

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