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Cuando la ignorancia es buena

El economista David Henderson ha llamado la atención con respecto a un argumento usado por Milton Friedman para defender la libertad. Henderson cree, correctamente a mi juicio, que el argumento es defectuoso y me gustaría examinarlo aquí.

El argumento de Friedman se ofrecía en una entrevista realizada en 1974 en la revista Reason. Friedman argumenta de esta manera:

Creo que la pregunta crucial que cualquiera que crea en la libertad tiene que hacerse a sí mismo es si hay que dejar que otro hombre sea libre para pecar. Si realmente sabes qué es el pecado, si puedes estar absolutamente seguro de que tienes la verdad revelada, no podrías dejar que otro hombre peque. Tienes que detenerle. Por supuesto, la gente responderá que la virtud única de no pecar solo existe si un hombre elige evitarlo por su propio libre albedrío. Ese argumento resulta muy atractivo, pero no creo que sea tan convincente como el argumento que deriva esencialmente de la ignorancia. Me parece incontestable que si estoy absolutamente seguro por de que otro hombre va a pecar, estoy pecando al no impedirlo. Bajo esas circunstancias, ¿cómo puedes permitir a un hombre la libertad de pecar? La única respuesta que pudo dar es que no puedo estar absolutamente seguro de saber qué es un pecado. Cuando digo que dejemos que otro hombre sea libre para pecar, evidentemente hay algo que añadir a esa calificación: siempre que su pecado no esté interfiriendo con la libertad de otra gente para hacer lo mismo. Y ahí es donde yo me detendría en este nivel filosófico fundamental.

“Pecado” normalmente tiene connotaciones religiosas. Por ejemplo, se habla de alguien pecando contra los mandamientos de Dios. Pero aunque Friedman mencionaba la “verdad revelada”, creo que pretendía que su argumento se aplicará más ampliamente, así que incluiría cualquier afirmación de saber con seguridad qué es moralmente incorrecto. En todo caso, no hay mucho que decir de esto.

Lo que sorprende inmediatamente como algo extraño en el argumento es que no se deduce del hecho de que se esté seguro de que alguien esté pecando que peques por no impedírselo. (Peter Klein y Joseph Salerno mencionaban este punto en su correspondencia conmigo).

De hecho, el propio friedman tendrá una buena respuesta a su propio argumento. ¿Qué se supone que tiene de malo en la respuesta del libre albedrío que menciona? No nos lo dice, pero si nos dice que su propia opinión le parece “absolutamente incuestionable”.

Dejemos sin embargo esto un lado y consideremos lo que dice Fiedman en sus propias palabras. El argumento podría resumirse así: si yo estuviera absolutamente seguro de que alguien va a pecar, estaría pecando si no tratara de impedírselo; no estoy seguro de que alguien esté a punto de pecar; por tanto, no estoy pecando si no se lo impido.

Resulta evidente que el argumento es formalmente inválido. Comete la falacia de “negar el antecedente”. He aquí un ejemplo que hará evidente la falacia: si creo que el socialismo es económicamente viable, tendría que leer Socialismo, de Mises; pero no creo que el socialismo sea económicamente viable; por tanto no tendría que leer Socialismo. ¿Qué pasa si hay otras razones por las que tendría que leer el libro? El argumento no las descarta. Igualmente, el argumento de Friedman deja abierta la posibilidad de motivos para la obligación de intervenir en la acción de otro, distintos de la certeza absoluta de que alguien está a punto de picar.

Un defensor de Friedman podría responder le estoy tratando sin compasión. Lo que quiere decir es que una absoluta certidumbre de que alguien esté a punto de pecar es una condición necesaria para interferir con él, así como una condición suficiente. (Evidentemente, “así como” en lugar de “en lugar de”: Si alguien hiciera solo de ello una condición necesaria para interferir con alguien, no sería más que una restricción para hacerlo. No se habría ofrecido ninguna razón para interferir). Sin embargo, si Friedman quiere decir esto, es extraño que no argumente que es una concesión necesaria sino que se limite a una afirmación “incuestionable” de que dicha certidumbre es bastante para intervenir.

¿Pero qué pasa si hay otros motivos para la interferencia? Supongamos, por ejemplo, que creemos que alguien está a punto de pecar, pero no afirmamos saber esto con certidumbre. ¿Por qué no es esto suficiente para obligarte a interferir? ¿Por qué no se obliga a la gente a actuar sobre lo que cree que es correcto, cuando piensan acerca de interferir con otros? ¿Por qué se requiere certidumbre en esta circunstancia, cuando no se exige en otras?

Supongamos, sin embargo, que Friedman tiene razón. Salvo que estés absolutamente seguro de que alguien está a punto de pecar, no estarías pecando si no interfirieras. Podría ser todavía el caso de que sea permisible interferir. (No estaría pecando si no te sugiero que leas La acción humana, pero me es permisible sugerirte que lo hagas). Para tener un argumento a favor de la libertad, hay que demostrar que no se debería interferir con agente. No basta con demostrar que uno no está obligado a hacerlo. Friedman podría negar esto, afirmando que interferir con otros es un caso especial. Si no estás obligado a interferir, se te prohíbe hacerlo: aquí desaparece el terreno intermedio de la permisividad. Pero si piensa de esto, necesitaría un argumento y no es inmediatamente visible cuál podría ser.

Otro problema con el argumento de Friedman es este: Supongamos que Friedman nunca está absolutamente seguro de que algún otro esté a punto de pecar. Por tanto, si se acepta su argumento, no estaría pecando si dejara de interferir con alguien que pensaba que estaba a punto de pecar. ¿Pero qué pasa si alguien afirma saber con seguridad que alguien ha pecado? ¿Cuál es el argumento de Friedman sobre la incorrección de cualquier afirmación como esa? No ofrece ninguno. No necesitaría demostrar que su negación de certidumbre en la moralidad se conoce con certidumbre ella misma: no afirma esto y no veo por qué tendría que establecerlo para defenderse. Pero tendría que decir algo.

Sería mejor que no se usara el argumento de que no poseemos una verdad moral con seguridad: queremos un argumento a favor de la libertad: si poseyéramos una verdad moral con seguridad no tendríamos un argumento a favor de la libertad y por tanto no tendríamos ese conocimiento. Una inferencia de lo que queremos con respecto de lo que se nos ofrece resulta poco recomendable.

Milton Friedman poseía habilidades dialécticas de gran nivel, como puede atestiguar cualquiera que haya visto sus videos de Libertad para elegir, pero en este caso su argumento es muy pobre.

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