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Desregulemos completamente el sector de las aerolíneas

Mientras viajaba recientemente, decidí mirar el precio de los billetes de avión en Europa comparados con Estados Unidos. Por ejemplo un vuelo sin escalas de aproximadamente 900 millas de Dusseldorf a Madrid cuesta en Expedia 125$ y lleva 2 horas y 45 minutos. Una distancia similar en EEUU desde cualquier aeropuerto en Chicago a cualquier aeropuerto en Nueva York (789 millas) tiene una tarifa mínima de 160$ y supone 2 horas y 11 minutos. Elegí dos de los aeropuertos más ocupados de EEUU porque esperaba que la competencia fuera mayor ahí. Comparé varios otros vuelos europeos con vuelos estadounidenses de distancias similares y descubrí que siempre los europeos eran más baratos (por ejemplo, de Roma a Berlín, 736 millas 109$, frente a San Francisco a Seattle, 689 millas 186$).

¿Por qué los estadounidenses pagan más por volar una distancia similar? En una entrevista reciente, el ganador del premio Nobel Joseph Stiglitz culpó a la desregulación de las aerolíneas. Decía que la desregulación ha supuesto un aumento en la competencia, pero ahora solo tenemos 3 aerolíneas principales. Sin embargo, no menciona que el número de personas volando en EEUU aumentó de 163 millones en 1970 a 798 millones en 2015, ni que el precio por milla ha caído desde un máximo de 0,32$ en 1980 a aproximadamente 0,15$ en 2015. Tal vez la desregulación sí funcionó hasta cierto punto.

La Ley de Desregulación Aérea firmada por Jimmy Carter en 1978 eliminaba las restricciones públicas de entrada, precios y rutas. Como consecuencia, el sector aeronáutico cambió radicalmente. En lugar de realizar vuelos directos entre ciudades, el sector se convirtió en un sistema de distribución y enlace donde las aerolíneas trasladarían más pasajeros aun aeropuerto localizado centralmente en la primera escala del vuelo y luego los reenviarían a su destino en una segunda escala. Esto redujo el coste de volar. Estas innovaciones no se habrían producido sin la desregulación. Esta es la belleza del mercado. Los innovadores aportan mejores maneras de servir al público. Además, el profesor Stiglitz no se da cuenta de que hay otros competidores en las mismas rutas, como Frontier, Southwest y Allegiant.

Stiglitz también da a entender que el sector de las aerolíneas está completamente desregulado. No es así. La falta de una desregulación completa está manteniendo más alto el precio nuestros billetes aéreos y más baja la calidad del servicio (pensad en las recientes aventuras de United Airlines) de los que habría con una mayor competencia. ¿Cómo puede ser que el sector de las aerolíneas no esté completamente desregulado? Existe corporativismo en el sector de las aerolíneas de EEUU. El sector y los sindicatos combaten cualquier desregulación pública que aumente la competencia de las aerolíneas extranjeras. Actualmente a las aerolíneas extranjeras solo se les permite transportar pasajeros de otros continentes a aeropuertos en EEUU, pero no pueden volar directamente entre aeropuertos dentro de EEUU. Permitir que las aerolíneas extranjeras accedieran a las rutas de EEUU aumentaría la competencia, daría a los consumidores más alternativas, rebajaría los precios y proporcionaría una mayor diferenciación en el servicio. Algunas aerolíneas ofrecerían el mínimo de servicio. Otra se diferenciarían mejorando servicios. Imaginaos que las aerolíneas trataran mejor a sus clientes. Vuestro próximo vuelo podría ser mucho más agradable.

Hay quien ha argumentado que para que funcione este tipo de desregulación tendríamos que hacer que la Unión Europea adopte una política similar para las aerolíneas de EEUU en Europa. Lo que hace Europa no supone ninguna diferencia para la gente que viaja en EEUU. Un argumento así es similar a argumentar que los consumidores de EEUU no deberían poder comprar vino francés si los franceses no permiten que los consumidores franceses compren vinos de EEUU. ¿Por qué dañar a los consumidores estadounidenses solo porque otros países deciden tener malas políticas que dañan a sus consumidores?

En un mercado libre, los consumidores eligen a los ganadores y perdedores votando con sus dólares. En el corporativismo, el gobierno elige los ganadores y perdedores y normalmente los compinches ganadores usan sus dólares para obtener favores a través del cabildeo. Este corporativismo mantiene nuestros precios altos y nuestros servicios bajos. Los estadounidenses merecen más alternativas. Dejemos que los consumidores tomen sus propias decisiones en lugar de los burócratas del gobierno y sus amigos cabilderos.

 Reprinted from The American Spectator. 
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