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La guerra contra las drogas está empujando a más emigrantes hacia nuestras fronteras

A lo largo del último par de semanas, nos han bombardeado con noticias sobre el manejo del gobierno de EEUU de extranjeros que cruzan ilegalmente la frontera del sur y que ven como sus hijos son separados de sus padres por nuestro gobierno. Al principio traté de evitar entrar en este circo, pero he estado prestándolo atención durante aproximadamente una semana.

Lo describo como un circo debido a la histeria que ha implicado. Todos, desde la rama “sábelo-nada” del partido de Trump a los progresistas de la ultracorrección política y los libertarios, e incluso la primera dama Melania Trump han saltado a la montaña rusa emocional. La historia ha desatado el enfado en las tertulias e incluso reporteros de la NPR, notablemente, han mostrado señales audibles de emoción.

A pesar de mi diligencia en seguir a regañadientes esta historia, sin excepción, no ha habido cobertura de la razón por la que esta gente de América Central  está arriesgando su vida a lo largo de un viaje tan traicionero. Dejan todo por alcanzar un país en el que se enfrentan a nuestro hostil presidente y gobierno y ni siquiera hablan el idioma local. Mientras que los mexicanos han estado cruzando la frontera hacia Estados Unidos al menos desde que EEUU se anexionó Texas en 1845 y robó la mitad norte de México en 1848, la inmigración centroamericana a EEUU es un fenómeno relativamente nuevo.

Si supiéramos qué estaba causando este nuevo fenómeno de la inmigración de alto riesgo, podríamos ser capaces de detenerla y acabar con toda esta histeria. Pero los medios no parecen interesados en descubrir la causa de este efecto. ¿Tal vez no son lo suficientemente brillantes como para darse cuenta de que la mayoría de los efectos tienen causas?

La violencia centroamericana

La causa directa de esta emigración es la violencia en sus países de origen. El nivel de violencia ha aumentado drásticamente en este siglo. Según las estadísticas de la ONU, el país centroamericano de El Salvador tenía la tasa de homicidio más alta del mundo con 83 muertes por cada 100.000 habitantes en 2016. Su vecino del norte, Honduras, tenía la segunda mayor tasa con 57. La diminuta Belize tenía la 7ª menor tasa. Guatemala era la 15ª.

En una excursión reciente en la por otro lado tranquila y pintoresca Costa Rica, sup que la violencia y los asesinatos eran los principales problemas del país. ¡La tasa de homicidios es aquí de 12, ligeramente peor que Uganda!

Observando los 20 países con las tasas de homicidio más altas, 17 están por debajo de nuestra frontera sur en Centroamérica, el Caribe y Sudamérica. Estos hechos deberían darnos una indicación importante de qué está causando el éxodo de los países centroamericanos.

La Guerra contra las Drogas de Estados Unidos

Un factor importante en este caso es nuestra Guerra contra las Drogas. La producción de drogas ilegales en grandes cantidades en América Central y del Sur. El gobierno de EEUU ha usado sus recursos militares y de otro tipo para detener el envío de estas drogas a través de aviones y barcos, así que los contrabandistas usan las junglas y desiertos de Centroamérica como vía de entrada a Estados Unidos.

Además, los cárteles y señores de las drogas usan los diminutos países centroamericanos, en los que los servicios de seguridad del estado están mal armados, como base de operaciones para el almacenamiento de sus drogas, dinero y armas.

Los cárteles usan violencia y amenaza de violencia para intimidar a la población y los gobiernos locales. No necesitan controlar países enteros, sino solo un pequeño conducto. Como consecuencia, la violencia se concentra enormemente en las áreas en las que desean tener poder. En estos lugares, la vida fuera de los cárteles es intolerable. Esta es la misma razón de la histeria de años anteriores acerca de niños sin custodia realizando el peligroso viaje desde sus casas en Centroamérica a EEUU por sí mismos.

Si os preocupan tanto como a mí los niños inmigrantes de los centros de detención de EEUU, deberíais preocuparos al menos tanto por sus primos asustados y aterrorizados en sus países de origen.

Algunos podríais albergar la idea de que construir un muro detendría la inmigración ilegal. No lo haría. Otros podríais pensar que la inmigración es de por sí mala. No lo es.

Tenemos en nuestro poder acabar con esta farsa acabando con la Guerra contra las Drogas, que subvenciona y presiona a gobiernos centroamericanos y sudamericanos para que mantengan la prohibición. Esto, a su vez, enriquece a los cárteles.

Acabar con la Guerra contra las Drogas haría mucho por rebajar las altas tasas de violencia y homicidios. La vida en Centroamérica retornaría así a algún estado de normalidad. Con esto, también habría un gran aumento en la inversión extranjera, que crearía empleo en esos países. De hecho, esto sería también un enorme estímulo para la inmigración a Centroamérica desde Norteamérica y Europa, creando todavía más trabajos en servicios y construcción.

Entretanto, confiad en vuestros instintos de libre mercado y no confiéis en el proceso político y los medios de comunicación de masas para encontrar respuestas.

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