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Los aranceles comerciales no perjudicarán la economía mundial, la política monetaria sí

Al anunciar la administración Trump aranceles del 25% sobre 50.000 millones de dólares en productos japoneses y preparar Europa y China medidas de represalia, The Economist concluye que “Aumentar los aranceles no es la peor de las mucha amenazas para la economía mundial”, porque, entre otras cosas, “Los aranceles empujan temporalmente al alza la inflación, haciendo más difícil a los bancos centrales amortiguar el golpe”. Esta frase muestra una confusión profundamente arraigada (si no un completo error de concepto) de algunos conceptos económicos básicos. El más importante es que la gente no consigue distinguir correctamente entre las causas y efectos de la inflación de precios y los de la inflación monetaria.

La inflación monetaria es el aumento en la cantidad de dinero en una economía. Esta inflación hace que caiga el poder adquisitivo del dinero, lo que genera efectos en los precios (un aumento general en los precios de bienes y servicios) al que podemos llamar inflación de precios. Sin embargo, este aumento general de precios que sigue a la inflación monetaria es desproporcionado y escalonado: los precios aumentarán en distintos momentos y en distinto grado al llegar el dinero a un poder adquisitivo menor.

Pero la inflación monetaria tiene también efectos fuera de los precios. Uno de estos es la transferencia de riqueza desde los últimos receptores del nuevo dinero a los primeros receptores.

Otro (todavía más importante) es la distorsión del patrón de inversión y producción, ya que el nuevo dinero creado a través de la expansión del crédito al llegar a bolsas y negocios, reduciendo así artificialmente el tipo de interés. Este último efecto explica la ocurrencia de auges de producción desalineados con las preferencias de los consumidores y el posterior e inevitable declive o crash. Estos efectos de la inflación monetaria en los precios y aparte de los precios son generales y se encuentran detrás de cualquier posible actividad económica.

Por el contrario, los aranceles comerciales afectan solo a algunos mercados y producen aumentos en algunos precios en la economía. Cuando ocurre esto, cambia nuestro patrón de consumo: si consumimos menos importaciones, aumentan los precios de los sustitutivos nacionales. Si nuestro consumo de importaciones aumenta o no cambia, tendremos menos renta para gastar en otros bienes, cuyos precios ahora bajarán. Sea cual sea el resultado, no engendra un aumento “general” en precios o una depreciación de la divisa.

Además, aunque los aranceles se aplicaran a todos los bienes y servicios, no habría una distorsión sistemática e intertemporal de la estructura de producción. Es probable que se ahogue la actividad de producción y aumenten los costes de producción, ya que los bienes de capital (por ejemplo, el acero o el aluminio) serán ahora más caros.  Pero el capital ahora se infrautiliza, no se desperdicia. Puede haber menos inversión, pero no mala inversión.

Entendiendo esto, es más fácil ver que los aranceles comerciales, por malos que sean, no pueden producir un declive económico en el mismo sentido en el que se produce en el ciclo económico (igual que los meros impuestos nacionales, aunque reducen el bienestar, no causan una crisis económica). Como explicaba Rothbard (1963):

los declives en sectores concretos no pueden iniciar nunca una depresión general. Los cambios en los datos causarán aumentos en actividad en un campo y declives en otro. (…)

El problema del ciclo económico es el de los auges y declives generales: no es un problema de analizar sectores concretos y preguntarse qué factores hacen a cada uno de ellos relativamente prósperos o deprimidos. (…)

Al considerar movimientos generales en la economía, resulta por tanto inmediatamente evidente que esos movimientos deben transmitirse a través del medio general de intercambio: el dinero. El dinero constituye el enlace que conecta todas las actividades económicas. Si un precio sube y el otro baja podemos concluir que la demanda ha cambiado de un sector a otro, pero si todos los precios suben o bajan a la vez, debe haber ocurrido algo en la esfera monetaria.

Así que sería notablemente inútil atreverse a amortiguar el golpe de los aranceles comerciales con una política monetaria laxa. Lo peor, con mucho, para una economía mundial de mercados interconectados financieros y de capital es la inflación monetaria y la expansión del crédito. Nunca es un remedio y siempre es una maldición. Sin embargo, los aranceles comerciales son la segunda peor amenaza para un mercado global, a menudo probablemente empeorando mucho el declive, ralentizando la recuperación y disminuyendo nuestras esperanzas de paz.

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