Mises Wire

Los defensores del salario mínimo de Seattle ignoran los hechos

En lo que se ha convertido en un chiste habitual entre los escépticos ante la afirmación de que los aumentos en el salario mínimo no afectan al desempleo, un informe reciente del Employment Policies Institute demostraba que 174 de los 184 copatrocinadores de una propuesta de ley para aumentar el salario mínimo federal a 15$ la hora contrataban a becarios sin salario.

Mi ejemplo favorito de este tipo se produjo cuando el Partido Socialista de la Libertad [Freedom Socialist Party], que estaba reclamando un salario mínimo aún más ridículo de 20$, publicó anuncios buscando nuevos empleados y ofreciendo 13$ por hora.

El secretario nacional del partido se empapó de ironía para defender a su organización diciendo: “Estamos practicando lo que estamos predicando en términos de continuar luchando por el salario mínimo … Pero no podemos pagar mucho más de 13$”.

Mmmmm, tal vez parte del desempleo que produciría un salario mínimo más alto podría realmente ser beneficioso. Tal vez nos hayamos equivocado en este debate…

A nivel federal, Nancy Pelosi prometió aprobar un salario mínimo de 15$ la hora si los demócratas asumían el control de la Cámara en 2018. Aumentar el salario mínimo federal en toda la nación es mucho más vulgar que aumentar el salario mínimo de un estado o ciudad. Al haber estado algún tiempo recientemente Nueva York, puedo entender claramente el deseo de aumentar los salarios. Cuando un estudio de 30 m² al que le falta espacio para algo más que una mininevera se alquila por 2.500$ al mes, los impuestos están por las nubes y un paquete de cigarrillos cuesta 13$ puede ser difícil arreglárselas. Aumentar artificialmente salario mínimo no va a arreglar eso, pero el deseo es comprensible.

El Estado de Nueva York puede tener la séptima renta mediana por cabeza del país, pero el coste de la vida varía enormemente por ciudad y estado en Estados Unidos. Ryan McMaken, del Mises Institute, demostraba que una vez se han contabilizado los distintos costes de vida en distintos estados “Nueva York (26.152$) es ahora el estado con la renta mediana más baja debido a su muy alto coste de la vida”.

¿Y quieren poner una talla única de salario mínimo de 15$ en todo el país? Desde Podunk, Kansas, a Midtown Manhattan, los genios a Washington decidieran el mínimo por el que alguien puede aceptar trabajar para otro. ¿Qué haríamos sin esos sabios burócratas que nos guían?

En Podunk, Kansas, un salario mínimo de 15$ sería catastrófico. Pero ni siquiera en ciudades grandes y ricas el salario mínimo resulta ser una panacea. El ejemplo más notable es Seattle, que puso en marcha un aumento gradual hasta los 15$ la hora en el salario mínimo a partir de 2105.

Un salario mínimo de 15$ en una ciudad como Seattle era improbable que fuera desastroso. La ciudad es tan cara que los salarios son generalmente mucho más altos que en otras partes del país. En 2015, la renta mediana familiar en Seattle era de 80.349$, mientras que era sólo de 56.516$ en Estados Unidos en su conjunto. En otras palabras, la renta mediana de Seattle era un 42% más alta que la mediana estadounidense.

Dicho esto, aumentar los costes de la mano de obra va a seguir disminuyendo su demanda. Desde principio, el economista Mark Perry señaló, con los datos imperfectos que tenía disponibles, que la tasa de desempleo parecía aumentar después de la aprobación de la propuesta. También aparecieron evidencias anecdóticas, como que McDonald’s y otros adoptaran rápidamente las máquinas de pedido automatizadas. Pero, tras pasar más tiempo, tenemos un mejor punto de vista para evaluar la ley.

Ahora tenemos un estudio de la Universidad de Washington que demuestra que la nueva ley de salario mínimo “redujo las horas trabajadas en empleos de bajos salarios en torno al 9%, mientras que los salarios por hora en esos empleos aumentaron en torno al 3%”. No es un desastre para una sociedad rica como Seattle, pero no es algo bueno. Y es una prueba adicional de lo que cabría esperar a partir de la teoría económica básica.

Sin embargo, la historia se vuelve mucho más interesante ya que otro estudio de la universidad de California Berkeley no mostraba ningún efecto. ¿Qué pasó? El título del artículo de Daniel Person sobre el tema dice para rematarlo: “La ciudad sabía que iba a publicarse el mal informe sobre el salario mínimo, así que llamó a Berkeley”. Y aquí cómo describe Person lo que ocurrió:

Mientras que el informe de Berkeley (…) fue alabado en muchos rincones de la web, un blogger en Forbes veía sus defectos. Michael Saltsman es un crítico declarado de salarios mínimo más altos (…) [y] plantea una buena pregunta, señalando un párrafo en la página del título del estudio que dice que el informe de Berkeley se “llevó a cabo a solicitud del alcalde de Seattle”. Era extraño, señalaba Saltsman, dado que la ciudad ya estaba financiando una serie de seis estudios en la Universidad de Washington sobre los impactos de la ley salarial. ¿Por qué buscar fuera de la ciudad investigación cuando los contribuyentes ya están financiando cálculos locales?

Tenemos una teoría: Esos estudios de la UW sencillamente no eran lo suficientemente positivos. Saltsman señalaba que Reich es una obligación académica para los defensores de un salario mínimo de 15$ la hora en todo el país.

Después de contactar con la oficina del alcalde e investigar algo más el asunto, Person cree que las cosas discurrieron de esta manera:

La UW comparte con el Ayuntamiento un primer borrador de su estudio que demuestra que la ley de salario mínimo está dañando a los trabajadores a los que se suponía que ayudaría; la oficina del alcalde comparte el estudio con investigadores de los que se sabe que simpatizan con las leyes de salario mínimo, pidiendo ayuda; esos investigadores publican un informe que pone por las nubes la ley del salario mínimo de Seattle antes de que se publique el informe negativo.

Como dice Person, Seattle “convirtió los datos en armas” para reivindicar su aumento del salario mínimo.

La crítica de que como la economía general de Seattle está mejorando hay algo que impide que el salario mínimo la perjudique de ninguna manera también es falsa. Como observa Jonathan Meer:

Es exactamente todo lo contrario: si Seattle está creciendo más rápido de lo esperado, entonces el grupo de comparación contrafactual no está resultando tan bien cómo debería, refiriéndonos al grado de pérdidas de empleo. También parece extraño afirmar que a un trabajo con salario bajo le irá peor en buenos tiempos económicos, cuando la evidencia reciente de la Gran Recesión demuestra lo contrario. Más en concreto, la investigación reciente demuestra que los impactos negativos de salario mínimo son más duros durante las recesiones económicas, no en los tiempos de auge.

Finalmente, valdría la pena ocuparse de eso que se oye a menudo de que estudios recientes han demostrado falsa la idea de que el aumento en los salarios mínimos aumente el desempleo. En otras palabras, que aparentemente los costes laborales se comportan de una manera completamente distinta de otros bienes. En una revisión de más de 100 estudios, los economistas David Neumark y William Wascher descubrían que:

Hay un amplio rango de estimaciones existentes y, consecuentemente, una falta de consenso acerca de los efectos generales de un aumento del salario mínimo sobre los empleos de salarios bajos. Si embargo, la habitual afirmación de que investigaciones recientes no apoyan de opinión tradicional de que el salario mínimo reduce el empleo de los trabajadores de bajos salarios es claramente incorrecta. Una inmensa mayoría de los estudios analizados en esta monografía dan una indicación relativamente coherente (aunque no siempre estadísticamente significativa) de efectos negativos sobre el empleo de los salarios mínimos. Además, entre los trabajos que consideramos que proporcionan las evidencias más creíbles, casi todos señalan efectos negativos sobre el empleo, tanto para Estados Unidos como para muchos otros países.

Sí, los salarios mínimos siguen aumentando el desempleo.

image/svg+xml
Note: The views expressed on Mises.org are not necessarily those of the Mises Institute.
Support Liberty

The Mises Institute exists solely on voluntary contributions from readers like you. Support our students and faculty in their work for Austrian economics, freedom, and peace.

Donate today
Group photo of Mises staff and fellows