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Mises, el cosmopolitismo y el Instituto Mises

A las organizaciones que llevan el nombre de alguien se les acusa a menudo de desviarse de las ideas de esa persona y el Instituto Mises por desgracia no es una excepción. Recientemente hemos sido atacados por estas supuestas razones: Ludwig von Mises era un cosmopolita, que se oponía al nacionalismo y al racismo. Los críticos afirman que el Instituto Mises, aunque use su nombre, le ha traicionado. Guiado por Murray Rothbard y Lew Rockwell, el instituto se ha aliado con grupos de derechas que se oponen a los valores humanistas liberales. Mises no lo habría hecho nunca.

Al evaluar esta acusación debemos preguntarnos primero qué quiere decir “cosmopolita”. La palabra es una traducción de una palabra griega ideada por Diógenes el Cínico en el siglo IV a.d.C., quien decía: “Soy un ciudadano del mundo [kosmopolitês]”. Esta idea se hace importante en el pensamiento estoico y los lectores interesados en la idea griega de la “ciudad cósmica” encontraran una guía valiosa en The Stoic Idea of the City, de Malcolm Schofield.

La palabra a menudo significa otra cosa hoy en día. El cosmopolita, en este sentido, se opone los valores tradicionales. Proponen liberar a la gente de la moralidad “pasada de moda” y desean promover los intereses de feministas, homosexuales y transgénero, así como de los grupos étnicos que consideran oprimidos. Son “multiculturales” y condenan injustamente a Occidente frente otras culturas. Para ellos, todos los pueblos y culturas son iguales, excepto, por supuesto, el opresivo Occidente. Quieren difundir lo que llaman “tolerancia” por todo el mundo y ven las costumbres a las que se oponen como obstáculos a erradicar.

Está claro que Mises no era un “cosmopolita” en este sentido nuevo y extendido. Cuando Mises habla en Liberalismo acerca del cosmopolitismo, tiene en mente un punto fundamental de su teoría social. Todos se benefician a través del intercambio pacífico y cooperativo en el mercado libre. Con la cooperación social a través del mercado, los seres humanos ya no se ven atrapados en una lucha en la que la ganancia de algunos se produce a costa de otros. La interferencia con el mercado libre impide la cooperación pacífica y los que quieran paz y prosperidad deben oponerse a dicha interferencia.

Los comentarios de Mises acerca del nacionalismo dependen de esta idea básica. Se oponían a las restricciones comerciales y a otras políticas como la devaluación de la moneda, por las que una nación trataba de obtener una ganancia costa de otras. Como siempre para Mises, la cooperación social mediante el mercado libre era de una importancia primordial.

Mises no se oponía a la autodeterminación de los pueblos. Por el contrario, estaba a favor de ella. Citaba con aprobación la famosa definición de Ernest Renan de una nación como un “plebiscito diario”: la gente en un grupo nacional tiene el derecho a formar un estado independiente. Por cierto, Mises usaba la frase de Renan con respecto a la soberanía del consumidor. Nadie que lea Notes and Recollections, de Mises, puede tener ninguna duda de que le preocupaba muy profundamente la supervivencia de una Austria independiente.

Aunque la gente tiene el derecho a formar un estado, no tiene derecho a impedir que grupos dentro de sus fronteras se independicen y formen su propio estado. Mises es cáustico su crítica del liberal español Salvador de Madariaga por su oposición a la autonomía para Cataluña. Idealmente, el derecho de secesión debería extenderse a los individuos. Como siempre, la atención de Mises se centra en la cooperación social de los individuos libres. Quienes busquen un mayor detalle sobre la opinión de Mises sobre el nacionalismo deberían consultar el ensayo brillante y completo de Joseph Salerno, “Mises, sobre el nacionalismo, el derecho de autodeterminación y el problema de la inmigración”.

En el núcleo de la discusión sobre la raza de Mises se encuentra exactamente el mismo principio. Para Mises, la lucha darwiniana entre animales no es aplicable a los seres humanos, que pueden cooperar productivamente independientemente de la raza. Mises se opone enérgicamente a la eugenesia, otra medida insensata de interferencia en el mercado. Sin embargo, también rechaza relatos de la historia basados en la lucha racial.

Mises no defendía el feminismo radical. En Socialismo, dice: “Mientras el feminismo trate de igualar la posición legal de la mujer con la del hombre, mientras busque ofrecerle libertad legal y económica para desarrollarse y actuar de acuerdo con sus inclinaciones, deseos y circunstancias económicas, no es más que una rama del gran movimiento liberal que defiende la evolución pacífica y libre. Cuando, yendo más allá de esto, ataca las instituciones de la vida social bajo la impresión de que será capaz de eliminar así las barreras naturales, es un hijo espiritual de socialismo. Pues una característica del socialismo es descubrir en las instituciones sociales el origen de los hechos inalterables de la naturaleza y tratar de reformar la naturaleza reformando estas instituciones”.

En resumen, el cosmopolitismo de Mises es sencillamente el mercado libre, ni más ni menos.

Así que sería una tontería pensar que alguien en el Instituto Mises se opone al mercado libre. Sin embargo, si en el Instituto Mises nos consideramos como cosmopolitas en el sentido de Mises, ¿hemos actuado en contra de lo que este enseñó, con alianzas con personas y grupos no liberales?

Es exactamente todo lo contrario. Mises fue amigo de monseñor Seipel, canciller de Austria del Partido Socialcristiano, apoyó el gobierno autoritario de Engelbert Dollfuss y se unió al Frente Patriótico, una organización que fundó Dollfuss.

Después de mudarse a Estados Unidos, Mises se convirtió en miembro del Consejo Editorial Asesor de American Opinion, publicada por Robert Welch, de la John Birch Society, y escribió un artículo para ella: “On the International Monetary Problem” (Marzo de 1967).

En Liberalismo, Mises dice: “El ideal definitivo que busca liberalismo es la cooperación perfecta de toda la humanidad, realizándose de forma pacífica y sin fricciones”. Esto es exactamente lo que defendemos en el Instituto Mises.

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