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Ni siquiera queremos vuestros productos estadounidenses en Europa… ¿O sí?

Puf, se ha evitado el desastre… al menos por el momento. Después de que Donald Trump amenazara con no prolongar sus exenciones de aranceles a la UE, la administración de EEUU anunció el mes pasado que concedería otra prórroga de un mes. La UE tiene ahora hasta el 1 de junio para hacer concesiones a EEUU o se enfrentará a aranceles del 25% en el acero y el 10% en el aluminio.

Pero, como descubrimos ayer, la UE realmente no puede hacer nada en lo que se refiere a concesiones. Después de todo, no es culpa de Europa que los productos estadounidenses no sean demasiado populares en el continente. Eso es al menos lo que dijo ayer Günther Oettinger, comisario europeo de presupuestos y recursos humanos (es decir, una de las personas más poderosas de la UE, por si su título no os suena) en una entrevista en la televisión alemana.

Cuando se le preguntó por el gigantesco superávit comercial que tiene Alemania con respecto a EEUU y por qué no se importan más bienes desde el otro lado del océano, Oettinger tuvo la ocurrencia de nombrar algunos productos de Estados Unidos que aman los alemanes. “Importamos vaqueros de EEUU”. La lista acababa aquí.

Por el contrario, Oettinger argumentaba que es totalmente natural que se exporten más bienes de los que se importan de EEUU, considerando que los productos alemanes son en todo caso mucho mejores: “El hecho de que Porsche, Audi, BMW y Mercedes-Benz, coches de lujo, se vendan muy bien en EEUU (…) tiene que ver con diseños y motores, con calidad. Por el contrario, no hay ninguna razón real para traer un automóvil estadounidense de EEUU a Alemania”.

Es un alivio que el comisario Oettinger sepa lo que quiere la gente a la que supuestamente sirve mejor que esta. Por mi parte, agradecería que los pickups estadounidenses fueran más baratos, pero bueno… Pero lo que es todavía más asombroso es que la UE parece que piensa esto y sigue sin estar dispuesta a hacer ninguna concesión.

La razón por la que Donald Trump quiere imponer aranceles a productos europeos es que la UE tradicionalmente ha estado imponiendo aranceles excesivamente altos a los productos procedentes de EEUU. El Ifo Institute de Economía Internacional, con sede en Alemania, en realidad está de acuerdo con la evaluación de Trump, mostrando que la media bruta de las tarifas aduaneras de la UE es de un 5,2% en comparación con el 3,5% de EEUU.

Esto es especialmente cierto para los coches (es decir, para esos Porsche, Audi, BMW y Mercedes-Benz, coches de lujo que “se venden muy bien en EEUU”), que están sometidos a una tarifa del 2,5% cuando se exportan a Estados Unidos. Un Chevrolet Silverado, un GMC Sierra o un Ram… o un Ford Focus (a los europeos generalmente les gustan coches más pequeños que los estadounidenses) sufren un arancel del 10% cuando se importan en Europa. “La UE no es en modo alguno el paraíso de los librecambistas que nos gusta pensar”, dice Gabriel Felbermayr, director del Ifo Center.

Así que el argumento se reduce a que el presidente Trump piensa con razón que es injusto que la UE tenga aranceles extremadamente altos sobre productos de EEUU, la UE reacciona inocentemente enfadada y argumenta que Trump quiere iniciar una guerra comercial y sigue rechazando rebajar sus propios aranceles a pesar de que supuestamente a los europeos tampoco les interesan de todos modos los productos estadounidenses.  O, dicho de otra manera: los europeos no podemos rebajar los aranceles sobre los coches estadounidenses, pues son tan malos que los europeos no los comprarían ni aunque fueran gratis. Tiene sentido, ¿no?

Por el contrario, la UE decidió amenazar también a EEUU. Si EEUU no mantiene intacto su actual régimen arancelario, los europeos responderán con grandes aranceles del 25% para una larguísima lista de productos estadounidenses, la mayoría fabricados en estados republicanos. La lista es sorprendentemente larga para un lugar al que supuestamente no le interesan los bienes estadounidenses. (Si no la habéis leído, hacedlo). La lista incluye el bourbon de Kentucky, la mantequilla de cacahuete y el tabaco. Incluye parrillas, fregaderos y escaleras. Y evidentemente los vaqueros Levi’s (sí, esos que tanto le gustan a Oettinger) y las motocicletas Harley Davidson también están incluidos. No está del todo claro qué tiene que ver un granjero de Kentucky con la política comercial de Trump, aunque sería aquel y no este el más perjudicado por ello, pero bueno, el valor de todos los bienes afectados por los aranceles sería de 2.830 millones de euros, lo bastante como para poner nervioso a Trump.

Si nos fijamos en los argumentos de la UE resulta todavía más evidente lo infantil que es esta disputa. Ambas partes están de acuerdo en que los aranceles no son la solución. Ambas partes están de acuerdo en que debería haber un comercio más o menos libre entre ambas orillas del Atlántico. Pero ambas partes perecen pensar que siguen en el jardín de infancia donde respondes cuando alguien empieza una pelea. No hay opción: la guerra es inevitable y continuará hasta que intervenga la cuidadora.

Bueno, aquí no hay cuidadora. Ambas partes deberían acabar llegando a la conclusión de que una represalia tras otra, un insulto tras otro, no beneficiarán a nadie. Por el contrario, ambas partes deberían darse cuenta de que el único “comercio justo” es el comercio libre. Así que dejemos que lo haya: recortemos aranceles en ambos lados, en lugar de aumentarlos. Sería una pena que los estadounidenses no pudieran comprar BMW tan baratos en el futuro… y que yo ya no pueda permitirme comprar bourbon de Kentucky.

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