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Una breve (y complicada) historia de los patrones oro modernos

Aunque los precios del oro llegaron a un nuevo máximo a mediados de enero, los estadounidenses, en general, siguen siendo reticentes con respecto a este. No lo “entienden” muy bien. Esta incomprensión es distinta de la de los estadounidenses no “entendiendo”, por ejemplo, el bitcoin (pocos parecen hacerlo). Pueden entender el oro como un refugio seguro que siempre ha aprobado el examen del tiempo, la guerra, las crisis, la inflación, etc. Algunos también entienden que ningún defensor del oro defiende volver a algún mítico siglo XIX de apogeo del oro (que no existió, al menos no constantemente), ni recomienda volver a emitir moneda acuñada en oro o volver a cualquier otro tipo de bimetalismo (la norma del siglo XIX).

Dicho esto, tiende a persistir la visión de la “bárbara reliquia”. En general, se piensa que el oro sencillamente no tiene espacio en una economía modernizada (léase: controlada por el banco central). Para hacer las cosas más complejas, está la cuestión de qué es y qué no es el oro. La reciente proliferación de derivados del oro, “oro en papel”, fondos cotizados, certificados, oro falso; chinos, rusos, reservas agotadas, oferta real, etc. hacen su estudio opaco y abstracto. A la vista de esta confusión, hay que realizar una visión básica del papel del oro en una economía tanto en términos clásicos como modernos:

La complejidad de la era de los patrones oro

Al principio de la vida económica moderna de finales del siglo XIX, nunca fue constante un “patrón oro” puro. Sin embargo, su ascenso a la preeminencia como “el” pilar de la buena teoría económica se debió al papel del oro como cobertura contra la inflación y contra el dinero débil (papel moneda fácilmente manipulado por los caprichos imprudentes del crédito). En este aspecto, los bancos centrales europeos del momento fueron excelentes guardianes.

Gran Bretaña lideró el movimiento. El país seguía un patrón oro oficial desde 1816, pero de hecho (el detalle es importante) desde 1717. Curiosamente, fue después de que Sir Isaac Newton, maestro de la moneda, no depreciara el oro lo suficiente cuando el país estaba en un patrón bimetálico, como la mayoría del mundo. Según la leyenda, Newton había establecido el precio oficial de la plata de la guinea de oro en 21 chelines y sin pretenderlo llevó fuera de Gran Bretaña a las recién acuñadas monedas de plata, un ejemplo de la ley de Gresham. Esto dejaba solo monedas desgastadas de plata circulando como medios de pago junto con monedas de oro sobrevaloradas. Aun así, este error en el juicio estableció en la práctica el patrón oro en el país, convertido posteriormente en ley tras las guerras napoleónicas. Esto influyó a su vez en otras naciones, especialmente Alemania y Japón, que pasaron a un patrón oro (una manera de tratar de emular el éxito británico).

Un verdadero patrón oro internacional generalizado data en torno a la década de 1870 hasta 1914. EEUU adoptó de hecho un patrón oro en con pago en especie (monedas metálicas de circulación masiva) sobre los greenbacks en 1879 y este se convirtió en oficial con la ley del patrón oro de 1900.

Las características de este patrón oro antiguo, tanto europeo como americano, eran las siguientes: a) la unidad monetaria nacional se definía ahora en términos de una cantidad determinada de oro; b) el banco central o Tesoro estaría listo para comprar y vender por al precio fijado resultante en términos de la moneda nacional; c) el oro se acuñaría libremente y las monedas de oro constituirían una parte importante del medio de circulación (y por tanto implicaban tipos fijos de cambio). Por supuesto, no era un sistema sin defectos y no aseguraba estabilidad de precios. Las variaciones se debían sobre todo a fluctuaciones en la producción de oro y los ciclos de auge en fiebres del oro que tuvieron lugar después de la Guerra de Secesión.

La era de la moneda fiduciaria

Después de la Primera Guerra Mundial apareció otro panorama internacional y el “patrón oro” adoptó múltiples formas, un hecho que acabó llevando a la degradación y abandono del patrón. Cuando Estados Unidos y Francia desplazaron a Inglaterra para aparecer como los principales países acreedores de la posguerra, ya no existía el mecanismo del patrón oro anterior a la guerra que usaban las monedas depreciadas. Solo quedaba Estados Unidos con un patrón oro completo: Gran Bretaña y Francia tenían un patrón oro en lingotes y otros países (Alemania principalmente) tenían un patrón cambio oro.

(Un patrón oro es un precio fijo de una moneda para una cantidad concreta de oro. Un patrón oro estándar, dominante entonces en la década de 1920, significaba que los gobiernos extranjeros de tenían dólares de EEUU y libras británicas como reservas -no oro propiamente-, ya que esas monedas eran intercambiables por oro. Un patrón oro en lingotes significa que no circulan monedas de oro, pero las autoridades acceden a vender lingotes a la vista a un precio fijo a cambio de la moneda en circulación).

Con estos patrones en competencia, las relaciones comerciales desequilibradas empezaron a ahogar la economía internacional. Estados Unidos manipulaba sus propias políticas internas de crédito para facilitar el crédito y los controles de patrón cambio, un factor que culminó con el desplome de 1929 y la crisis financiera internacional de 1931.

La era contemporánea del oro empieza cuando el presidente Franklin Delano Roosevelt saca al país del patrón oro completo, lo que significaba, entre otras cosas, que los acreedores habían perdido el derecho a reclamar el pago en oro y que a las familias se les obligaban a entregar sus posesiones en oro. Bajo Bretton Woods (1944), se abandonó el oro en la práctica: la convertibilidad interna era ilegal y su uso monetario estaba muy restringido a favor del dólar. La acción del presidente Nixon en 1971 fue, en la práctica, una postdata a las acciones de Bretton Woods.

Hoy los inversores siguen viendo a al oro como una especie de gran póliza de seguro, pero, como he escrito aquí, el mercado del oro es vulnerable a la manipulación a través de acuerdos comerciales manipulados a corto plazo y del largo brazo de las intervenciones del banco central.

“En ausencia del patrón oro, no hay manera de proteger los ahorros ante la confiscación mediante inflación. No hay ningún almacén seguro de valor”, Alan Greenspan era citado en este sitio cuando volvió a ser el viejo Greenspan después de abandonar la Fed. Su cambio mostraba lo que es necesario en lo que se refiere a que cualquier economía tenga claridad y sentido común con respecto al verdadero valor del dinero, que es, en muchos tiempos y lugares, el patrón del propio oro.

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