Necesitamos que hacer con el Estado lo que hemos hecho con la esclavitud
Aunque la esclavitud chattel existe en algunas partes del mundo, en su mayor parte ha sido abolida. Quizá deberíamos hacer lo mismo con el Estado.
Aunque la esclavitud chattel existe en algunas partes del mundo, en su mayor parte ha sido abolida. Quizá deberíamos hacer lo mismo con el Estado.
Durante más de un siglo, la élite progresista ha impuesto medidas draconianas para frenar el crecimiento de la población, que, según decían, destruiría la Tierra. La población ha crecido, pero la Tierra parece ir bastante bien, gracias.
«Que se joda el público» es una frase del magnate del ferrocarril William Henry Vanderbilt que se ha tergiversado fuera de contexto. Aunque las clases dirigentes americanas insisten en que la empresa privada es el enemigo del pueblo en realidad es nuestro gobierno el que lleva esa distinción.
Reseñando Reconsidering Reparations de Olúfẹ́mi O. Táíwò, David Gordon y Wanjiru Njoya señalan las numerosas falacias del libro y la falta de una teoría coherente de la justicia por parte del autor.
El derecho a poder celebrar contratos con otros es fundamental para el libre mercado y una sociedad libre. Esto significa que las personas deben poder discriminar.
Las élites progresistas nos dicen que no poseeremos nada y seremos felices. Olvidan que los derechos humanos fundamentales están vinculados a los derechos de propiedad.
No pensamos en Serbia como un país «libre», pero en el pasado hubo movimientos hacia un gobierno limitado. Desgraciadamente, los acontecimientos del siglo XX desbordaron los movimientos por la libertad.
Durante la mayor parte del siglo pasado, Argentina fue testigo de la destrucción causada por el colectivismo. Para revertir el daño, la nación debe permitir la descentralización, empezando por las ciudades libres.
Frédéric Bastiat murió antes de poder terminar Armonías económicas, pero lo que sí escribió es una importante promoción de la libertad.
Algunos críticos del mercado afirman que los mercados sólo son eficaces en condiciones casi imposibles de competencia perfecta, entre otras críticas. Deirdre McCloskey aborda estas cuestiones y otras más, como señala David Gordon en esta reseña.